Dueña del Sushi PAO sintió temor del perro, por eso pidió sacarlo.


Dueña del Sushi PAO sintió temor del perro, por eso pidió sacarlo.

Por Redacción

miércoles, 19 de febrero de 2014 0:00

Jackeline Aviles Jimenez es la propietaria del restaurante de Sushi más comentado de las redes sociales y la prensa esta semana, desafortunadamente no por sus productos, sino por la suspensión de actividades económicas que recibió por parte de la PROFECO tras haber sido acusada de negarle el servicio a una persona invidente acompañada de su perro guía. “Hace como 15 días vino una clienta con discapacidad visual, traía un perro enorme, un perrote” dijo Jackeline luego de aceptar a narrarnos su versión de lo sucedido, con la condición de que no hubiera cámaras. “Yo apenas iba a tomar la orden cuando entró una persona y el perro se le echó encima a esa persona, yo me asusté mucho y entonces le dije que si podíamos poner el perro afuera y atarlo a la carreta” añadió mientras señalaba a una carreta para hacer sushi ubicada en el exterior del establecimiento. Jackeline continuó diciendo que María Auxiliadora Durán Moroyoqui, la mujer con discapacidad visual que entró al lugar con la intención de consumir, se negó a separarse del can diciendo “el perro tiene que entrar conmigo, ¿qué no conoces la ley?” “No la conozco” respondió Jackeline, enfatizando que nunca tuvo la intención de discriminarla, sino que la solicitud era por precaución y temor al perro. “La persona a la que el perro se le echó encima resultó que venía con esta persona con discapacidad” agregó Jackeline, explicando que se trataba de la sobrina de la invidente, quien le insistió a María Auxiliadora se quedaran a comer en el lugar y amarraran al perro en el exterior, a lo que Durán Moroyoqui se negó a pesar de la insistencia de la propietaria por que se quedaran a consumir “No, ya me voy, dijo. Es todo lo que sucedió“concluyó Jackeline. La empresaria añadió que se quedó con dudas respecto a la ley que mencionó María Auxiliadora, por lo que, luego de buscar en internet respecto al tema, solo encontró la ley del Distrito Federal publicada. “Las asociaciones civiles que se dedican a apoyar a este tipo de personas ¿porqué no nos dan a conocer la ley?” comentó extrañada. “Yo me sentí muy apenada con lo que sucedió, jamás pensé que me iba a suceder esto” dijo al terminar su relato. El artículo 58 de la Ley Federal de Proteccción al consumidor dice lo siguiente: “…Los proveedores de bienes y servicios que ofrezcan éstos al público en general, no podrán establecer preferencias o discriminación alguna respecto a los solicitantes del servicio, tales como selección de clientela, condicionamiento del consumo, reserva del derecho de admisión, exclusión a personas con discapacidad y otras prácticas similares, salvo por causas que afecten la seguridad o tranquilidad del establecimiento, de sus clientes o de las personas discapacitadas, o se funden en disposiciones expresas de otros ordenamientos legales…” Con respecto a la suspensión de su negocio, Jackeline dijo “jamás me dieron un aviso, nomás vinieron a suspenderme sin avisarme, sin tomarme en cuenta, sin preguntarme qué pasó” “La verdad fue porque me asusté” expresó la dueña del restaurante al recordar que en ocasiones han entrado a su negocio personas con perros, pero en calidad de mascota y de tamaño mucho menor a Vela, la perra de raza labrador que sirve de guía a María Auxiliadora. “En esta ocasión, no sé qué perro es, pero es un perro grande y como se le echó encima a la otra persona, ese fue mi temor” añadió. La responsable del negocio aseguró, tienen muchos clientes con discapacidades, incluso dijo “antes de que pasara esto, mandamos hacer los menús en braile, todavía no me los entregan”. La restaurantera comentó además que constantemente participan en cursos de capacitación y están correctamente verificados por la secretaría de salud, pero a la fecha nadie les ha revisado ni instalaciones ni procedimientos para atención a discapacitados. Por último, Jackeline piensa que la PROFECO se excedió en cerrar el negocio, ya que aunque está consciente de que el desconocimiento de la ley no exime de responsabilidades, “debió haber un llamado de atención como primera acción que le permitiera corregir su error”, apeló, ya que con este incidente no solo se siente apenada, sino que además está perdiendo dinero pues la suspensión de actividades del restaurante es indefinida. “Voy a presentar una carta ante esta asociación para ofrecer mis disculpas, porque nunca fue mi intención” terminó diciendo mientras se dirigía de vuelta al local vacío, a continuar pensando en la forma de salir lo menos perjudicada posible de esta situación.

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