Los aliados en Washington están sumergidos en una disputa pública y personal que desafía la lógica aceptada.
La tensión creciente entre los dos hombres pone en riesgo las perspectivas reelectorales republicanas y la capacidad del oficialismo para gobernar. La disputa ha estallado en un momento de gran importancia para el Partido Republicano, que enfrenta la perspectiva de una clausura del gobierno, además de no aprobar una sola ley importante durante su primer año de control total de Washington.
La disputa es un recordatorio de la política poco convencional que ha complicado al partido Republicano en la era de Trump.
Aunque Trump y McConnell comparten aparentemente los mismos principios, agenda legislativa, votantes y oponentes políticos, actúan cada vez más como adversarios que como aliados, o cual recuerda hasta qué punto el presidente sigue siendo un elemento contencioso dentro de su propio partido.
"Ahora está atacando activamente a gente que quiere apoyar su agenda", dijo el operador republicano Doug Heye sobre Trump, quien ha movilizado a sus ávidos simpatizantes en contra senadores republicanos desde el bochornoso fracaso de sus intentos de reformar el sistema nacional de atención de salud. "Parece realmente una espiral descendiente imposible de parar".
McConnell, al igual que otros líderes republicanos, está particularmente molesto con los persistentes ataques de Trump a senadores republicanos vulnerables que necesitan su ayuda, de acuerdo con una persona familiarizada con los pensamientos del senador republicano de Kentucky y que habló bajo condición de anonimato. La fuente dijo que McConnell se pregunta si Trump es capaz de enderezar el rumbo de su tambaleante presidencia.
Las preocupaciones se agravaron desde que Trump describió recientemente a algunos participantes de la manifestación de supremacistas blancos como "muy buenas personas", declaración que fue ampliamente condenada por republicanos y demócratas.
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