La tradición de Halloween tal como la conocemos hoy en día viene de Estados Unidos, sin embargo, tiene sus orígenes en la cultura celta durante la época medieval, cuando la religión pagana de los druidas, conocida como druidismo, dominaba el territorio de Galia, ahora conocido como Europa Occidental, incluidos Inglaterra e Irlanda.
Los druidas, que ejercían las funciones de sacerdotes, no creían en un Dios único y verdadero, sino que rendían culto al espíritu que vive en la tierra y a las fuerzas de la naturaleza, por ello las estaciones del año eran muy importantes para ellos.
Una de sus principales celebraciones se llevaba a cabo a final de octubre o principios de noviembre, justo a la mitad del a la mitad del equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, cuando se realizaba una gran fiesta para conmemorar el final de la cosecha, conocida como Samaín, que significa “el final del verano”.
Esta fiesta daba la bienvenida al Año Nuevo, ya que representaba el inicio del otoño y el inicio de los preparativos para el invierno. A partir del fin del periodo de cosechas, los días eran más cortos y las noches más largas.
Durante esta fiesta, que duraba una semana, los pueblos celtas creían que la frontera entre los vivos y los muertos se diluía, y que los espíritus podían regresar al mundo de los mortales. Para ahuyentar a los espíritus malignos los celtas utilizaban trajes y máscaras de demonios, ahuecaban nabos y prendían velas en su interior para colocarlos afuera de los hogares y preparaban ofrendas para los difuntos, las cuales eran recolectadas de casa en casa por los druidas, quienes presuntamente realizaban ese día rituales, que involucraban presuntamente sacrificios humanos y animales.
Tras la llegada de los romanos a la Galia y la introducción del cristianismo a la región, el Samaín se vio influenciado por la fiesta del Día de Todos los Santos, la cual el Papa Gregorio III cambió de fecha del 13 de mayo al 1 de noviembre para que coincidiera con la tradición celta o gala, así los romanos eliminaron los sacrificios e incorporaron las tradiciones de Samaín como antesala para este día, lo que se conoce como “All Hallow’s Eve”, vigilia de Todos los Santos.
Aquí se empezó a ampliar el panorama de los trajes y máscaras, que ahora ya no sólo incluían a demonios sino también su contraparte angelical. De igual manera la costumbre de recolectar ofrendas se convirtió en una costumbre en la cual niños y pobres asistían de casa en casa en busca de “pasteles de alma”, pequeñas tortas que se les otorgaban a cambio de un canto u oración a favor de las almas de los donantes y sus amigos.
A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empezaron a llegar a Estados Unidos y con ellos también su cultura y sus tradiciones, incluyendo la noche de Samaín ya convertida en “All Hallow’s Eve”. Ahí, la tradición sufrió nuevas modificaciones hasta llegar a convertirse en el Halloween que hoy conocemos.
Los nabos pasaron a convertirse en las típicas calabazas decoradas y las máscaras de demonio pasaron a ser simples disfraces, que debido a la paranoia que se desató contra la brujería ya incluía a las famosas brujas como uno de sus elementos centrales; además con el paso de los años los “pasteles de alma” fueron reemplazados por dulces y sus oraciones por el tradicional “truco o dulce”.
Así, como muchas otras celebraciones estadounidenses, la fiesta de Halloween no es más que una mezcla de tradiciones importadas por inmigrantes de otras culturas. Si bien su origen era pagano, el cristianismo también lo adoptó a su manera como parte de su fiesta de Todos los Santos, aunque en Irlanda y en la región de Galicia en España, se sigue celebrando bajo el nombre de Samaín, respetando su origen celta.
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