En los pueblos originarios de Sinaloa, la Semana Santa es mucho más que una celebración religiosa: es una manifestación viva de la cultura y la identidad indígena. En comunidades como Mochicahui (El Fuerte), San Miguel Zapotitlán (Ahome) y San Francisco de Tacuichamona (Culiacán), miles de personas se reúnen cada año para presenciar ceremoniales ancestrales que fusionan la tradición cristiana con rituales indígenas.
Durante 40 días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Resurrección, estos centros ceremoniales vibran con oraciones, danzas pascolas, cantos, máscaras, tenábaris y vestimentas tradicionales que narran la pasión de Cristo a través del legado Yoreme. Los aromas del caldo guacavaqui y otras recetas ancestrales también forman parte esencial de esta experiencia cultural.
El Gobierno de Sinaloa, encabezado por Rubén Rocha Moya, respalda con respeto y compromiso estas manifestaciones. A través de programas específicos, se fomenta la preservación de la lengua materna, la conservación de tradiciones y la certeza jurídica sobre propiedades, beneficiando a más de 2,800 personas indígenas solo en Choix y El Fuerte.
Además, la Universidad Autónoma Indígena de México (UAIM) cuenta con una unidad en Los Mochis, y próximamente se abrirá una extensión en Villa Juárez, Navolato, reforzando el acceso a la educación superior en estas comunidades.
San Francisco de Tacuichamona, fundado en 1624 y reconocido como Pueblo Señorial, representa uno de los centros de mayor relevancia por su historia, petroglifos, tradiciones culinarias y riqueza cultural, que hoy siguen atrayendo el interés turístico e histórico a nivel nacional e internacional.