¿Recuerdas cuando tu relación empezaba a desmoronarse y tenías que tomar valor para discutirlo con tu pareja y llegar a una conclusión? El rompimiento era devastador, pero al menos sabías las razones, la conciencia de ambos estaba limpia y aunque tu corazón estuviera roto sabías que con el tiempo se volvería a pegar y llegarías a amar de nuevo?
Es decir, había un cierre. Una forma de cerrar el ciclo para poder seguir adelante. Bueno, pues hoy en día parece que eso de “hablar las cosas” y “cerrar capítulos” no es indispensable para las nuevas generaciones, las cuales se caracterizan por tener menos apego no sólo a las cosas materiales sino también en su vida personal.
Los millenial son una generación más liberal, de eso no cabe duda, pero desgraciadamente dicha libertad ha pasado por encima de principios como la responsabilidad. Y es que aunque es común escuchar cómo los millenials no lo piensan dos veces antes de renunciar a un empleo que no les satisface, poco se habla de cómo muchos de ellos no pueden hacer frente a la responsabilidad de terminar una relación por lo que han creado nuevas técnicas para “darle vuelta” al asunto.
El “ghosting” fue el primer concepto que surgió hace ya varios años, una terrible forma de romper con alguien simplemente ignorándolo hasta que la otra persona deje de buscarte; es decir tal cual, tratarlo como un fantasma. Las ramificaciones de esta práctica son graves a nivel emocional para ambas partes, la persona que es ignorada puede caer en una depresión ya que ha sido privada de ese “cierre”, el no saber por qué una relación ha terminado es suficiente para volverte loco, sobre todo cuando uno realmente ama a la persona. En el caso de la persona que lo lleva a cabo, las consecuencias son producto de la irresponsabilidad, la persona no se ve obligada a enfrentar sus temores, a expresar aquello que lo ha distanciado de su pareja, por lo que es posible que replique el comportamiento inmaduro en otras áreas, como su vida profesional. Se trata de un acto de cobardía que no deja nada bueno para nadie.
Después surgió el “breadcrumbing”, una técnica que lleva su nombre a partir de “migajas de pan”, lo que consiste simplemente en darle lo mínimo indispensable a la otra persona para hacerla creer que todo está bien y que uno sigue interesado en la relación cuando no es así. Es decir, la persona sigue alimentando la idea de la relación a través de mensajitos, llamadas, uno que otro coqueteo, o sea nada que signifique que la relación está evolucionando pero tampoco que de indicios de su deterioro. También es una forma de no entrar en una relación formal, pues mantienes a la persona interesada, pero no das el paso hacia algo estable o serio.
Nuevamente, esto nos lleva a retomar el tema de la falta de responsabilidad, el miedo de confrontar a la persona, de tomar una decisión definitivamente; lo cual al igual que el “ghosting” es una forma de obligar a la pareja a dar el paso oficial del rompimiento, pues eventualmente al encontrarse en una relación estática suelen ser ellos quienes terminan por alejarse definitivamente.
Y ahora, la novedad es el “cushioning”, lo cual básicamente es otra forma de llamarle al viejo concepto de “tener velas prendidas por si acaso”. Es similar al “breadcrumbing” pues se trata de aplicar todo ese tipo de estrategias informales, PERO CON MÚLTIPLES PERSONAS QUE NO SON TU PAREJA. En otras palabras, es una manera de darle alas a otros para tener alternativas y “amortiguar” el golpe en caso de que la actual relación no funcione.
Suena bastante mal, sin embargo es más común de lo que pensamos. Aunque el término es nuevo la práctica es algo que ha estado ahí durante décadas, pues muchas personas son culpables de mantener un coqueteo con ciertas amistades o ex parejas una vez empezada una relación, ya sea porque les ayuda a elevar su autoestima y ego, o porque temen a la soledad y no quieren quedarse sin opciones. Sin embargo, la principal entre generaciones anteriores y los millenials es la necesidad de conceptualizar la estrategia, casi como un producto de mercadotecnia que conlleva a su aceptación.
Obviamente hablamos de estas técnicas como tendencias de una generación, pero eso no significa que todos sus integrantes las practiquen. Lo que sí podemos asegurar es que son actos que representan miedos y cobardía, y cuyas consecuencias son devastadoras. Como si terminar una relación no fuera suficiente, que suceda de alguna de estas maneras es definitivamente mucho peor.
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