11 de septiembre, memorias de un héroe.


¿Qué es lo peor que puede pasar si pierdes las llaves de tu oficina? Para William Rodríguez, el 11 de septiembre del 2001, esto hubiera significado la muerte de cientos de personas.

Por Redacción TVP

domingo, 11 de septiembre de 2016 0:00

Entrevista realizada por: Olivia Guzón


Después de 20 años de trabajar en el complejo de siete torres que conformaba el World Trade Center, 10 de los cuales pasó limpiando la oficina del entonces gobernador Mario Cuomo y los  otros 10 limpiando las escaleras de los 110 pisos de cada torre, William se hizo responsable de una de las mayores medidas de seguridad del recinto: la llave maestra.

¿Cómo fue que un conserje puertorriqueño llegó a tener esta responsabilidad y qué fue lo que significó ese terrible día?

“En el complejo había cinco llaves maestras, las primeras cuatro las tenían los administradores que estaban entrenados en primeros auxilios, administración de desastres y procesos de evacuación. Ellos fueron entrenados después de la bomba del 93 –que mató a seis personas e hirió a miles-, pero fueron los primeros en salir corriendo”, dijo el puertorriqueño.

“Y no sé les puede culpar porque en una situación así la reacción humana es diferente, es involuntaria a veces”.

La quinta llave estaba en posesión de William desde 1996, cuando mientras trapeaba las escaleras del piso 90 resbaló y quedó paralizado por horas sin ser rescatado.

“Me lastimé la espalda y no mandaron a nadie, porque como iban a saber en 110 pisos dónde estaba, horas estuve tirado, entonces yo puse una querella laboral, demandé a la compañía no por dinero sino por derecho a un radio y por la llave maestra”, comentó el sobreviviente, quien visitó la Ciudad en el 2013 para participar como ponente en el Congreso Lo Que De Verdad Importa, que se llevó a cabo el 22 de abril en el Centro de Convenciones de Mazatlán.

 “Quien diría que esta llave el 11 de septiembre iba a ser tan importante”.

Ese día William se reportó enfermo para poder disfrutar del buen clima en Nueva Yok, sin embargo su jefe no le permitió faltar a su trabajo y lo obligó a asistir, incluso perdonándole 30 minutos de retraso.

“Era un día bien bonito y dije me voy a tomar un día de enfermedad, me voy a quedar en la casa y me voy a relajar, y él me gritó que no, que tenía que ir porque si no iba nadie podía hacer mi trabajo, porque las piernas les temblaban”, expresó.

“Eso me salvó la vida porque si yo llego a las 8:00 horas, yo empezaba limpiando de arriba abajo las escaleras desde el restaurante Windows of the World donde me daban de desayunar gratis, entonces el avión me hubiera matado arriba”.

 Pero William se salvó por una razón: para rescatar a cientos de personas.

“Mi primer contacto con un herido fue en el sótano 1 donde estaba junto con 15 personas nuevas en el trabajo que no sabían qué hacer”, expresó el ex conserje. “En el pasillo se escuchó un señor gritando ‘Explosión, explosión, explosión’ con toda la piel arrancada desde las axilas hasta la punta de los dedos, los brazos se le habían pelado y el cuerpo quemado en un 33 por ciento”.

“Estaba en shock, lo saqué del lugar liderando a estas 15 personas, lo puse en una ambulancia,  y yo pensé que había muerto, pero no…sobrevivió. Su nombre es Felipe David y es de Honduras, antes de ese día yo no lo conocía”.

Después de regresar tres veces más al interior del edificio y salvar por su cuenta a unas 15 personas, sin ninguna protección y en contra del consentimiento de bomberos y policías, William presenció la escena que cambió su vida.

“Cuando yo veo el agujero del avión en la parte de afuera, veo los escombros cayendo, pero después me entero que era gente que se estaba tirando, y eso fue muy impactante para mí”, exclamó horrorizado.

“Luego veo que no se ve la antena de la Torre Norte y lo primero que pienso es en mis amigos, en la gente de Windows of the World que se encontraba en el último piso y empiezo a gritar que tenemos que volver y nadie quiere regresar y es cuando reacciono que yo tengo la llave maestra”.

Ese momento cambió la vida más de 100 personas que permanecían encerradas en la torre debido al sistema de seguridad contra incendios que bloqueaba el acceso cada tres pisos para contener el fuego.

William acompañó a los bomberos abriendo puertas hasta el piso 39 cuando fue obligado a desalojar el área debido a que la estructura de la torre se había debilitado hasta el piso 44. Justo al momento de salir, la torre colapsó. Rodríguez alcanzó a refugiarse bajo un camión de bomberos.

 “El edificio comenzó a derrumbarse encima de mí, me metí debajo del camión de bomberos y sólo pensaba en mi madre, en decir Dios mío no le des a mi madre el dolor de ver mi cuerpo en pedazos”, dijo.

“Creí que había perdido las piernas porque de tanto subir y bajar no las sentía”.

Algunos medios lograron capturar la salida del edificio de William y gracias a sus indicaciones los rescatistas pudieron buscar entre los escombros su cuerpo, el cual se hallaba milagrosamente intacto.

Cuando se le cuestionó a Rodríguez que fue lo que lo motivó a arriesgar su vida de esa manera, respondió de manera sencilla: la compasión.

“La herramienta es muy simple, la compasión debe superar la violencia en todo momento, porque la compasión es más duradera que la violencia, la violencia pasa, la compasión no debe pasar nunca, es lo que deber hacerte reaccionar”, expresó con euforia. “Porque si tú no rompes esas cadenas de violencia un día esas cadenas llegan a ti y te van a destruir, no te puedes quedar con las manos cruzadas, tu misión para seguir viviendo debe ser ayudar a los demás porque somos un entorno”.

“Yo no pensé en mi familia, estaba pensando en la gente que necesitaba ayuda y que yo tenía una herramienta que podía ayudarlos. Estaba pensando en sacar a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. Hay una especie de disociación en un momento de tragedia tan grande, yo me estaba viendo haciendo todo esto y no me lo creía”.

Respecto a la situación que se vive en Mazatlán, en la que la población teme involucrarse al ver personas heridas por miedo a enfrentarse al narcotráfico, el puertoriqueño aseguró que se trata de un sentido de supervivencia erróneo.

 “La falta de sensibilidad que se está viviendo por ese deseo de supervivencia erróneo, porque aunque tú digas que no te vas a involucrar porque eso no tiene que ver contigo te equivocas, todo tiene que ver contigo, tu entorno social tiene que ver contigo, lo que está pasando en tu ciudad te va a afectar a la larga”, explicó.

 “Uno puede tener prejuicio de que a lo mejor es narco pero tal vez la persona es una víctima más que no tiene nada que ver con lo que estaba pasando”.

 El defensor de los indocumentados

 Cuando la historia de William Rodríguez llegó a los noticieros, no paró en Estados Unidos sino que dio la vuelta al mundo entero. De pronto los medios llamaban a su casa, lo buscaban a las afueras de su calle y su voz estaba en todas partes. Fue entonces cuando el héroe decidió emprender una nueva lucha.

 “A partir de ahí me convertí en el rostro de las víctimas en el mundo y entonces aprendí lo que es la palabras poder: Perseverancia, Organizado, Determinación, Entusiasmo y Responsabilidad. Esas son las herramientas que tengo para ayudar a la gente”.

Con toda la exposición mediática que atrajo su caso el puertoriqueño se dedicó a ayudar a las familias de los indocumentados que fallecieron ese día, muchos de ellos amigos.

“Muchísimos de los trabajadores eran indocumentados y llevaban muchísimos años trabajando ahí con número de seguro social falso”, explicó. “Entonces cuando pasa el desastre y buscan a las personas que estaban en el lista de acuerdo con el seguro social los verdaderos dueños de esos números aparecían, y pues no eran validados como muertos, por eso todas esas personas que murieron con esos números falsos no fueron contados”.

La no retribución económica a estas familias no fue la única injusticia, pues además de pasar por el duelo de haber perdido a un ser querido –en la mayoría de los casos la persona proveedora del hogar-, los familiares se encontraban en riesgo de ser deportados.

Utilizando los contactos mediáticos y políticos que había logrado tras denominado “héroe nacional”, William empezó a cabildear en busca de una amnistía que compensara económicamente a los familiares de las víctimas indocumentadas y que detuviera los procesos de deportación basados en el suceso del 11 de septiembre.

Después de tocar muchas puertas, en 90 días logró lo que mucho pensaron que era imposible.

“Todos recibieron la misma compensación que las familias americanas sin importar sus puestos, porque el tipo que lava platos en un restaurante su vida vale  igual que la del ejecutivo que murió en una compañía”, dijo orgulloso William.

“Tú no puedes ponerle un valor diferente a la vida de las personas, y además deportarlos en un momento en que la nación estaba herida mandaba el mensaje equivocado porque esta gente también fueron héroes, muchos indocumentados que estaban ahí murieron ayudando a rescatar”.

Con esta amnistía se beneficiaron alrededor de 2 mil 700 familias de indocumentados. Otro de sus logros fue crear el Grupo de Víctimas Hispanas, colaborar en proyectos de ley a nivel nacional y sobre todo ayudar a cambiar la idiosincrasia de lo que sucedió aquél día.

“Me he dedicado a llevar la verdadera historia de lo que sucedió, no la historia que quiere llevar el Gobierno de Estados Unidos sino lo que nos pasó a nosotros como víctimas”, dijo. “Hay muchas interrogantes de lo que pasó ese día que no fueron investigadas y eso ha dado paso a teorías de conspiración, el Gobierno ha utilizado el 11 de septiembre para cada excusa que yo me quedo atónito, la víctimas estamos en shock”.

“Yo quiero evitar que se siga utilizando para una agenda política o como una excusa para eliminar derechos civiles, por eso participar en congresos es tan importante, porque me da la oportunidad de contar mi historia, que es la historia de miles de personas que perdieron la vida”. 



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