En junio, un hombre llamado Farid Benzenati estaba llegando a su casa el este de Montreal cuando vio un perro fuera zarandeando un objeto grande. De primeras, pensó que el perro estaba jugando, hasta que, al ir acercándose, empezó a ver pelo humano.
"Fue difícil de ver, pero supe que era el cuerpo de una mujer" dijo Benzenati a la CBC. "Vi sangre, el perro todavía la estaba atacando". La policía encontró a Christiane Vadnais, de 55 años, herida de muerte. Los oficiales mataron a tiros al perro, al que describieron como un pit bull.
El hermano de la fallecida le pidió al gobernador de Quebec que prohibiera las "razas peligrosas", y que lo hiciera "cuanto antes, no en dos años, ya". Y lo consiguió.
Desde ahora será ilegal comprar o adoptar pitbulls en Quebec, y los que ya viven allí lo tienen bastante jodido. Una normativa que , en la vecina provincia de Ontario, existe desde hace 10 años. Una década en la que se ha demostrado que no tiene sentido alguno.
"... recordad mis palabras, esta prohibición salvará vidas y, con el tiempo, conseguiremos que haya menos ataques de pit bulls y de perros peligrosos en general".
Eso fue lo que dijo Michael Bryan, fiscal general de la asamblea legislativa de Ontario el 1 de marzo de 2005. "Este es el principio del fin del reinado del terror que los pit bulls han forjado entre los ontarianos" aseguró Bryant.
Se prohibió específicamente su cría y se restringió muchísimo a los que ya vivían en la provincia canadiense. Durante esta década el número de pit bulls que pasean por las calles de Ontario ha descendido, claro. Pero, sin embargo, los ataques de perros no se han detenido. De hecho, el número total de ataques ha subido.
La Toronto Humane Society, que se opone radicalmente a la Ley Específica por Razas (BLS en inglés), realizó un estudio desde el año 2010 en el que se demuestra que el número de mordidas de perro reportadas en Ontario se ha incrementado desde que entró en vigor la medida.
