De un tiempo a esta parte, YouTube se ha convertido en una corporación mediática tan simple como cualquier otra. La plataforma, que hace una década albergara a 20 millones de usuarios inexpertos, ahora llega a los más de 1.000 millones que han hecho de YouTube su segundo hogar.
Ante tanta actividad y contenido, el descontrol es algo prácticamente inevitable. Los youtubers no tienen muy claro cómo escalar en la red social hasta que consiguen un éxito relativo. Y las reglas comunitarias, que últimamente se han vuelto más rígidas que nunca, no ayudan a crear un entorno lo suficientemente acogedor.
En este contexto, la unión entre los usuarios se antoja más importante que nunca. Así que varios profesionales del sector han creado Internet Creators Guild (ICG, Gremio de creadores de internet), una especie de sindicato que defiende a los usuarios de la “explotación” a la que están sometidos.
La iniciativa quiere ser sumamente práctica. En muy poco tiempo, una industria que antes se basaba en la improvisación se ha convertido en un lugar en el que actúan productores, agentes y comerciales profesionales. Y, aunque el número de creadores haya crecido muchísimo, la falta de organización favorece a los aprovechados.
“YouTube ha sido siempre el Salvaje Oeste. Cada vez que un grupo opera como esta plataforma, sin que puedan comunicarse entre sí y confiando en fuerzas externas como gerentes y agentes, se corre el peligro de que puedan aprovecharse de ellos”, explica Laura Chernikoff, una de las organizadoras de la conferencia VidCon para vlogueros.
La comparación con Hollywood es inevitable. Durante los años 30, con una industria de productoras ya establecida, los actores solían quejarse de sus condiciones precarias. Los agentes se aprovechaban para sacar tajada de una situación descontrolada. Así que, en 1933, se creó el Sindicato de Actores. La idea era unir a los intérpretes en una industria guiada por la competitividad, además de luchar contra las injusticias de un sistema que muchos consideran abusivo.
Durante el Siglo XX, la mayoría de sectores artísticos comenzó a contar con sindicatos que defendieran los derechos de sus trabajadores. Pero nadie contaba con un fenómeno como internet. En poco más de una década, se han creado nuevos puestos de trabajo organizados caóticamente. Millones de dólares se mueven de forma especulativa, en manos de un gigante tecnológico al que es imposible controlar.
“No se trata de una unión tradicional. Los creadores de internet tenemos más posibilidades que el trabajador promedio. Tenemos acceso directo a nuestro público, algo que nadie puede bloquear, por lo que algunas de las estructuras sindicales más familiares no nos son necesarias. Sin embargo, nuestras comunidades también están muy vagamente definidas y coordinadas, lo que da lugar a malentendidos”, explica el sindicato a través de un comunicado.