A Diego Dell'Orto le han hecho bromas con su apellido toda la vida. Este futbolista de la cuarta división argentina se tomaba con humor todas las burlas del colegio y los comentarios que escuchaba desde la grada, pero ahora ha decidido cambiarse el apellido por Ayala.
El jugador del Cambaceres no quiere que su hija sufra bullying por culpa de su apellido.
De hecho, inició los trámites un par de años antes que naciese Emma Pilar, consciente de que algún día formaría una familia. "Jugué toda mi vida al fútbol. Siempre he tomado la burla con humor. Pero con una mujer es diferente. El cambio lo tomé por ese lado", dijo el otrora Dell'Orto.
"Decidí ponerme el apellido de mi madre para poder evitar problemas. No hay misterio, con la llegada de mi hija reflexioné, en que siendo mujer, con ese apellido, podría llegar a tener algunos problemas", añadió el argentino.
Él ya no va a tener que aguantar el comentario del graciosito de turno cuando rellene un impreso con su nombre o cada vez que enseñe el documento de identidad.
Su caso no es único en el fútbol de élite.
El rumano Ciprian Marica, cuando estuvo en el Getafe, era la estrella de los carruseles radiofónicos. Parecido fue el caso de su compatriota Banel Nicolita. O Karamoko Dembele, que se hizo famoso por debutar con 13 años en el filial del Celtic de Glasgow. Por no hablar de la media de Brasil de hace unos años, formada por Kaká y Elano.
Los entrenadores tampoco se libran de la mofa, y si no que se lo pregunten a José Aurelio Gay. Algunos jugadores italianos son caso aparte: Simone Vergassola, Antonio Inutile y Massimo Monopoli han tenido que sufrir lo más grande cada vez que visitaban un país de habla hispana.
Sin embargo, un compatriota de Dell'Orto se llevó la palma. Paco Gerlo estuvo 15 años en la élite del fútbol argentino, para disfrute de los speakers de todos los estadios.
