La Habana, en silencio tras la muerte de Fidel Castro


En la isla de Cuba, la música se apagó y los bares cerraron sus puertas; los cubanos guardan luto por la muerte del líder moral de una revolución inacabada
La Habana, en silencio tras la muerte de Fidel Castro

Por Redacción

lunes, 28 de noviembre de 2016 0:00

Parecería cualquier domingo en La Habana. Hay que esperar por un lugar en cafés y restaurantes. Es día de caminar en las plazas. 

Los turistas visitan la Plaza de la Revolución en taxis vintage. El malecón es un catálogo de rostros y de razas. Y como la novedad es que el gobierno puso Wifi en algunas esquinas, los que no tienen para pagarlo se aglomeran para chatear y mandar correos. 


Los locales hacen fila por un helado en Coppelia. Y siguiendo la recomendación de Hemingway, los extranjeros quieren su mojito en La Bodeguita y su daiquirí en La Floridita. 

Pero hay una diferencia. No hay música. No hay salsa que brote de los balcones de las casas ni que salga de los bares de baile y bullicio. 


La Habana está callada porque murió Fidel. Es como si a Cuba le hubieran bajado el volumen. Y Cuba sin volumen es otra Cuba. 


Nueve días de luto nacional. Fidel Castro Ruz, el hombre que esculpió esta isla en la que mandó sin contrapesos durante medio siglo, ha sido cremado.  

Sus cenizas estarán lunes y martes en la Plaza de la Revolución de La Habana, a la vera del monumento a José Martí. Entre miércoles y sábado recorrerán las mismas ciudades por las que avanzó Fidel hasta conquistar la capital en la revolución de 1959. Y el domingo serán enterradas en Santiago de Cuba.


Hay congoja y dolor entre los fidelistas que son eso, fidelistas antes que socialistas. Pesadumbre en ellos. Respeto y distancia de sus opositores frente al féretro del adversario. Silencio, pero no caos ni turbulencia.

Porque Fidel renunció al poder hace 5 años. Porque su hermano, quien lo sucedió en el cargo, ya anunció que se va en el 2018. Porque si bien en lo político luce inflexible, el régimen ha dado algunos pasos hacia la apertura económica, a la inversión extranjera, a la pequeña propiedad privada.


Porque con el histórico enemigo yanqui ya hay relaciones diplomáticas. Porque el embargo comercial se ha suavizado. Porque la Unión Soviética ya no existe y a Venezuela se le terminó el dinero del petróleo.

Porque la mesa de los aliados se está quedando vacía. Porque ya murió Hugo Chávez, porque Maduro está en crisis, porque ya se fueron los Kirchner en Argentina, porque ya no están Lula ni Dilma en Brasil, porque está por terminar Correa en Ecuador.


Porque ya se va Obama pero no llegó Hillary.Porque el futuro inmediato de Cuba parece más atado a la llegada de Trump que a la partida del Comandante. Murió Fidel, sí, pero muchos factores le han restado presión a su esquela.

No era el presidente pero se mantenía como el líder moral de una revolución inacabada. Estaba vivo, pero ya era de bronce.


No pudo o no quiso bloquear que la isla navegara las primeras millas de la apertura, pero retenía, como ancla ideológica que seguramente frenaba el barco.


Murió Fidel. Y millones de cubanos en Cuba se rinden ante su legado.

El juicio de la Historia ha de ser alguna ola que crece y sucumbe entre La Habana y Miami. 


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