Su cuerpo es el de una niña de 6 años o menos pero su cerebro es el de una jovencita de 17 años. Su nombre: Alma Milagros. Su condición: Hidrocefalia con parálisis cerebral congénita, un mal por el que fue desauceada por médicos, pero como su mismo nombre lo indica, fue un milagro el que se salvara .
Su familia es humilde. Aquí la palabra miseria, cobra sentido con 720 pesos a la semana, producto de las labores en el campo, para satisfacer todas las necesidades de la familia, que vive bajo techo gracias a un alma caritativa que les presta la vivienda que habitan en el humilde barrio de Los Cafetales en Cócorit.
Desde niña, Milagros ha sufrido lo indescriptible. Desde la colocación y portación de un hieso durante 8 meses en sus piernas con el intento de separarlas, la cortadura de uno de sus deditos del pie al momento de retirarlo, así como el engangrenamiento de piel a consecuencia de su orina y del uso prolongado del hieso, y el retiro de los nervios de sus piernas.
Todo, sin poder hablar, salvo los quejidos que emitía, única forma de comunicación con su madre, quien relató que de unos años a la fecha, Milagros casi no sonríe. El motivo uno lo puede intuir, pero apenas ella lo sabe.
Ante la precaria atención médica, su madre decidió no someterla a tan radicales y dolorosos tratamientos.
Pero por si fuera poco, Milagros sufre de frecuentes convulsiones, situación que se ha agravado durante los últimos meses, presentando hasta 3 diarias. Justo al momento de la entrevista la pequeña sufrió una más la cual fue atendida por su padre soplándole a la cara y en otras ocasiones, dándole paracetamol y ácido acetilsalicílico.
Pese a todo lo malo, recientemente, la vida de Milagros se vió mejorada con la adaptación de su silla de ruedas, único espacio aparte de la cama donde Milagros vé pasar las horas del día, por parte de la estudiante Vianey Encinas Román, que estudia la carrera de Fisioterapia en la Universidad Durango Santander Campus Obregón.
Ahora, su devota madre busca con ahínco una oportunidad para que Milagros pueda contar con una segunda opinión médica por parte de especialistas, una luz que aliente su existencia y que provoque en su corta vida y como su mismo nombre lo dice, un milagro.