En medio del ruido citadino, las notas musicales desprendidas de la flauta de Álvaro acompañan a los transeúntes unos metros en la avenida Obregón.
Una forma de costear su viaje desde Chile es agradar el paso de las personas y con un breve gesto e inclinación agradece la moneda colocada en un sombrero en el suelo.
No es un improvisado, proveniente de familia de músicos sabe tocar desde niño varios instrumentos.
De su estancia en Culiacán prefiere quedarse con los buenos recuerdos.