Si tienes más de 30 años probablemente aún lo recuerdas. Fue una mañana del 20 de abril de 1999, un día normal para los alumnos de la Escuela Secundaria de Columbine en Colorado hasta que algo cambió sus vidas para siempre y con ello nuestra forma de ver al gran vecino del norte.
La masacre de Columbine fue el tiroteo que conmocionó a Estados Unidos como nunca, con él se tocaron las fibras más sensibles de una nación que ha crecido con miedo, no sólo de agentes externos sino de ellos mismos.
Ese día murieron 15 personas y 24 fueron heridas a manos de los jóvenes Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold, de 17 años, cuyo resentimiento causado por el acoso de sus compañeros exacerbó sus tendencias sociópatas y depresivas, respectivamente; llevándolos a cometer los hechos que se convertirían en un parte aguas para la cobertura mediática de este tipo de eventos violentos.
Actualmente, casi 20 años después, Estados Unidos continúa liderando la lista de tiroteos masivos, según un estudio publicado en la revista Violence and Victims, por el profesor de Justicia Criminal de la Universidad de Alabama, Adam Lankford.
De acuerdo con Lankford, de los 292 incidentes ocurridos en 171 países entre 1966 y 2012, E.U.A encabeza la lista con 90 ataques masivos. Algo que encuentra significativamente ligado a la posesión de armas, una teoría que el cineasta Michael Moore abordó en su famoso documental Bowling for Columbine, el cual le mereció un Oscar en 2002.
El año pasado el Washington Post dio a conocer que desde el 2013, por primera vez en la historia , el número de armas sobrepasó a la población de ese país, siendo un total de 357 millones entre 317 millones de habitantes. Aunque la cifra actual se desconoce con certidumbre, la tendencia en la compra-venta de armas ha ido a la alza, lo que sugiere que las cifras siguen siendo mayores.
El reciente ataque al Aeropuerto de Fort Lauderdale, Florida, a manos del ex militar Esteban Santiago, quien sirvió en Iraq, vuelve a poner el tema de la posesión de armas sobre la mesa. En Noviembre el arma de Santiago fue confiscada por ser considerado mentalmente inestable sólo para regresar a sus manos un mes después. ¿Cómo es que este individuo recuperó su permiso de armas después de haber sido evaluado psicológicamente por el FBI? La respuesta yace en la propia Ley Federal de Control de Armas.
Dado que el joven de 26 años se sometió voluntariamente a la evaluación y previamente a tratamiento psicológico su derecho constitucional de portar un arma no podía ser revocado. Así pues, una vez más la ley creada supuestamente para proteger a los estadounidenses se convirtió de nuevo en su peor enemigo el 6 de enero cuando Santiago envistió a los ocupantes del área de recolección de equipaje del aeropuerto con su arma, matando a 5 personas e hiriendo a otras 40.
Y es que en una sociedad que ha incitado de manera histórica la posesión de armas como la máxima forma de seguridad, un signo de madurez y responsabilidad desde temprana edad e insensibiliza a la juventud respecto a la muerte a manos de ellas a través del cine y los programas de televisión, ¿acaso podíamos esperar otro resultado?