La historia inicia entre los estados de Puebla y Veracruz, donde se sufría escasez de agua, que causó varios daños en estos pueblos. Por lo que un grupo de viejos sabios mandaron a unos jóvenes a buscar el árbol más alto, y recto del monte con el propósito de requerir la bondad de los dioses para que les regalaran lluvias.
La ceremonia consistía realizarse en la parte superior del tronco, para que las fervientes oraciones sean escuchadas por las divinidades.
Después del exitoso resultado, la celebración fue adquirida como un tributo que debería realizarse periódicamente, convirtiéndose en una práctica permanente, una tradición.
Actualmente los voladores bailan alrededor de un mástil de aproximadamente 30 metros de altura, incrustado al suelo que permite que sea giratorio; en él que se apoyan los danzantes y desde él se lanzan al vacío los voladores, mediante unas cuerdas, amarrados y enrollados a los ganchos del mástil. Los voladores giran 13 veces cada uno de ellos, que multiplicado por los cuatro voladores da el resultado de 52, número que simboliza el ciclo de 52 años del Calendario Maya.
La ceremonia que se practica varía dependiendo la región donde se realiza: en comunidades indígenas durante festividades patronales, en eventos culturales como la Cumbre Tajín, y también como entretenimiento para los turistas, etc.
En el 2009 fue proclamado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, al ser una de las tradiciones de México que más asombro causa.
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