En Estados Unidos era un devoto cristiano y padre de familia que hacía llamarse “Ken”, pero en su país de origen Ruanda no sólo fue un participante sino un líder en el genocidio de 1994.
Su verdadero nombre es Gervais Ngombwa y casi 23 años después por fin rendirá cuenta por su activa participación en la masacre de alrededor de 800 mil tutsis y hutus moderados en Ruanda.
Si bien para muchos esto parece ser un triunfo de las nuevas políticas del Presidente Trump que urgen a tener mayor control sobre migrantes y refugiados, el caso inició en septiembre del 2016 cuando agentes del Departamento de Seguridad Nacional presentaron testimonios y testigos que reconocieron a Ngombwa como un hutu extremista previamente enjuiciado en la corte de Gacaca por crímenes de guerra.
Los testimonios demostraron que Ngombwa mató personalmente a miembros de la etnia tutsi, dirigió una milicia juvenil y lideró ataques brutales contra grupos que habían buscado refugio en iglesias.
Dicha investigación fue conectada con un juicio previo realizado en enero del mismo año cuando oficiales aseguran que Ngombwa mintió para obtener la ciudadanía estadounidense, la cual le fue negada. De igual manera, fue encontrado culpable de intencionalmente incendiar su propio hogar, el cual fue construido por Hábitat para la Humanidad, para cobrar el seguro.
Finalmente, la juez de distrito Linda Reade determinó que después de cumplir su sentencia de 15 años en Estados Unidos, el hombre de 57 años será deportado a Ruanda donde tiene pendientes cargos adicionales.
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