Mucha gente no lo nota, permanece sentado desde las cinco de la mañana a la una de la tarde a un costado de un poste, tiene 83 años, es invidente y solo se sostiene de la venta de periódicos, rastrillos y pilas.
Desde la esquina de Hidalgo y Rubí frente al mercado Garmendia desprende optimismo pese a que no cuenta con apoyo oficial, no ha tramitado la ayuda del “65 y más” y asegura no tener familiares, pero vive con personas que lo han albergado durante años.
Asegura se desplaza solo por el primer cuadro de la ciudad aunque recibe ayuda de muchas personas que al ver su condición lo apoyan.
Desde esta esquina para muchos Don Pedro es invisible, pero él esta orgulloso porque se siente útil al realizar una actividad.
Aunque tendría motivos para quejarse, no lo hace, por el contrario es agradecido con Dios porque todavía tiene fuerzas para trabajar.
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