Cuando se habla de dividir a dos países con un muro por considerar a un lado menos merecedor que el otro, la indignación brota en la sangre, no sólo del mexicano que se siente ofendido sino de todo aquél que está dispuesto a levantarse en contra de cualquier acto de discriminación.
Pero cuando un muro divide a ciudadanos mexicanos y los priva de ver realizado el sueño de graduarse del bachillerato sólo por contar con diferentes niveles socioeconómicos, la sangre hierve más que nunca, porque ¿y si fuera tu hijo?
Con esfuerzos apoyaste para sus materiales, que, aunque se supone deben ser gratuitos en una escuela pública, nunca falta el material de la tarea, la cuota de alimentación, el cuaderno del personaje de moda que “todas” sus amigas traen, y tú como padre, como madre te sacrificaste para que ellos tuvieran todo lo que necesitaban para su educación.
Sin embargo, el día de su graduación se acercaba y pronto se hablaba de una gran fiesta para el alumnado en un salón de festejo. Ya te imaginabas entrando de traje del brazo de tu hija o dándole unas palmadas a tu hijo, orgulloso, orgullosa; pero muchos padres de familia no tuvieron esta oportunidad.
Directivos de un Colegio de Bachilleres, en Cozumel, Quintana Roo, organizaron el festejo, sí, pero colocaron un muro de madera para dividir a estudiantes que pagaron la ceremonia y aquellos que no. Siendo una institución pública, los padres no están obligados a gastar en este tipo de actividades, pero esto no exenta que un evento tan importante, como lo es la propia graduación del alumnado, se convierta en un acto de discriminación que, por supuesto, derivó en la apertura de una queja por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos del Estado (CEDHQROO).
¿Cómo fue que la historia llegó a los medios nacionales y a la CEDHQROO? Como muchos otros sucesos, a través de la denuncia de un ciudadano en su cuenta de Facebook.
Salvador Brieno publicó el 26 de junio imágenes de la fiesta con el “muro de la vergüenza”.
Y no sólo eso, sino que hasta documentó que existía una segunda entrada, menos glamorosa, para quienes no habían pagado.
Las imágenes estaban acompañadas del siguiente mensaje:
De acuerdo con el periódico EL UNIVERSAL, Harley Sosa Guillén, presidente de la CEDHQROO declaró que ya se emitió una medida cautelar para evitar que en próximas graduaciones se repitan hechos como éste y pedir a la Dirección General del Colegio de Bachilleres que prevengan actos discriminatorios en eventos sucesivos.
La escuela se ha defendido al declarar que contrató a una empresa privada para la realización del evento en el Centro de Convenciones, y que fueron ellos los encargados de hacer la distinción entre quienes pagaron cena y quienes no mediante la entrega de brazaletes que aparentemente ofrecían la experiencia VIP. Sin embargo, ¿no es acaso obligación de la escuela supervisar esta clase de eventos, sobre todo cuando se trata del máximo evento de celebración en la vida de un joven?
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