Jen Betz sabía que algo no marchaba bien, por años se sintió intranquila. Varias niñas vivían con su vecino, Lee Kaplan, quien supuso era su padre. Las menores nunca jugaban en el patio. En las raras ocasiones cuando Betz las veía, todas vestían de color azul, escribió The Washington Post.
Lo que no sabía era que Kaplan era una especie de figura de culto que se consideraba a sí mismo profeta. Tampoco sabía que consideraba sus esposas a las niñas y que abusó sexualmente de ellas durante años teniéndolas en el sótano sin satisfacer sus necesidades básicas.
Betz sólo sabía que las menores parecían “muy tristes y temerosas” cada vez que ella las veía. El 6 de junio, por fin llamó a la policía. Así salió a la luz una horrorosa historia de abuso y crueldad en Feasterville, Pennsylvania.
Preocupados por perder su granja, Daniel y Savilla Stolzfus pidieron ayuda financiera a su adinerado conocido Lee Kaplan. A cambio, el matrimonio le “regaló” a sus hijas cuando tenían de 10 a 14 años de edad para que fueran sus “esposas”, obligándolas a llevar “una vida como esclavas sexuales”.
Ésas fueron las palabras del juez del condado Bucks Jeffrey L. Finley, quien el miércoles sentenció a los Stolzfus hasta siete años de cárcel por los cargos por poner en peligro a las menores luego de que Savilla Stolzfus admitiera su culpabilidad y Daniel Stolzfus se abstuviera de declarar, según la AP.
Kaplan, de 52 años, será sentenciado en agosto, después de que el 6 de junio se le fincaran 17 cargos de abuso sexual infantil y violación. En el transcurso de varios años, los Stolzfus enviaron a 10 hijas suyas a vivir con Kaplan, quien al menos a seis de ellas les dijo que eran sus esposas.
Eventualmente, Savilla Stolzfus se fue a vivir a la casa, donde toleró el abuso de sus hijas.
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