Querer comer sano está bien, pero restringir tus alimentos a un pequeño grupo por considerarlos “puros” o “más saludables”, puede llegar no sólo a convertirse en un problema físico sino también psicológico.
Mucho se sabe y se ha escuchado sobre la anorexia, pero pocos identifican a su sigilosa prima conocida como “ortorexia”, la cual viene de las palabras griegas “orthos” (correcto) y “orexis” (apetito).
Mientras que en la anorexia la meta final es perder tanto peso posible, en la ortorexia se trata de una obsesión por comer sano, que eventualmente restringe los hábitos de alimentación a tan grado que se pone en peligro la vida.
No, esto no se trata de ser veganos o no, sino de llevar el veganismo a un extremo en el que, por ejemplo, únicamente se comen cierto tipo de frutas, usualmente aquellas que contienen menos azúcares, por considerarlas “más sanas”.
También existen casos en que las personas toman hábitos como comer únicamente alimentos sin cocinar de ninguna forma, incluso al grado de ni siquiera cortar o picar los alimentos por considerar que esto disminuye sus propiedades.
El término ortorexia fue creado en 1997 por el doctor estadounidense Steven Bratman, quien de hecho llegó a padecerla, pues él mismo admitió que se dejó seducir por la alimentación saludable que llegó al extremo de negarse a comer vegetales si habían pasado más de 15 minutos desde el momento en que habían sido cosechados.
El principal peligro de esta enfermedad es que se disfraza de una virtud, pues a simple vista las exigencias alimenticias pueden parecer exageradas, pero si se presentan con convicción bajo la bandera de lo “puro” y saludable.
Sin embargo, cada vez es más difícil separar la ortorexia de otros trastornos alimenticios como la anorexia, pues mucho comparten el ideal de bajar de peso, aunque insisten que la meta final es comer únicamente alimentos nutritivos, en su mayoría no procesados.
Además, a diferencia de la anorexia, esta enfermedad es promovida por las redes sociales que usualmente muestran platillos compuestos por hojas de espinaca, quinoa y alguna que otra semilla, granada o verdura colorida para que se vea bonito. Es decir, máximo unas 250 calorías, lo cual es casi nada a nivel energético y sin proteínas, asegura Miguel Toribio-Mateas, nutricionista y especialista en Neurociencia Clínica, de acuerdo con la cadena BBC.
"Yo la llamo la dieta Instagram", dijo Toribio-Mateas a la cadena británica.
"No es que la granada no sea deliciosa, pero si pretendes vivir de eso y otros pocos productos que leíste que tienen un alto contenido de antioxidantes y nada más, esa no es una decisión racional, sino emocional".
Seguir una dieta así de limitada por unos cuantos días no es completamente dañino, pero a la larga si uno se rehúsa a comer de manera balanceada por considerar algunos alimentos sucios o dañinos, entonces se convierte en un problema psicológico con repercusiones físicas.
Además, la ortorexia llega a afectar la vida social de quienes la padecen, en su mayoría mujeres, pues el ideal de comer “limpio” o “puro” llega a tal que ningún lugar cubre los requisitos necesarios, es decir, no pueden salir a comer o cenar en un restaurante, ni conviven en reuniones con amigos a menos que puedan llevar sus propios alimentos. Así, poco a poco se van alejando de quienes no comparten su “forma de pensar”.
Los ortorexicos suelen esconderse detrás de la gran cantidad de información y mitos sobre distintos alimentos, por lo que su tratamiento debe combinar una estrategia nutricional, así como terapia psicológica que los ayude a detectar el origen de su obsesión alimenticia y a aceptar que si dicha “pureza” les está haciendo daño no puede ser tan saludable como ellos considera
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