Comer de más y arrepentirse no es tan normal como crees


Si te identificas con este escenario o conoces a alguien que ajuste a esta descripción, es importante que se busque ayuda profesional
Comer de más y arrepentirse no es tan normal como crees

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viernes, 11 de agosto de 2017 0:00

Es de noche, todos están dormidos, no pueden verte, así que aprovechas y bajas a la cocina y abres el refrigerador. Tienes antojo de algo, pero no sabes de qué, pruebas una cucharada de mantequilla de maní, después otra, ves unas cuantas sobras de la comida del día y te sirves un poco, sólo un poco; después te topas con un pedazo de pastel, y te dices que es sólo es una rebanada, pero no es así.

 

Media hora después, con múltiples platos sucios y evidencias de lo que has hecho, caes en cuenta de que has comido más de lo que pensabas, mucho, mucho más. Y entonces la culpa te invade, ¿cuántos gramos habrás aumentado? ¿Será todo un kilo? ¿En una noche? ¿Acaso es posible?

 

Tu cabeza da vueltas, la ansiedad te invade, pero no haces nada al respecto. Sólo tratar de tranquilizarte. “Lo hecho, hecho está. No lo volverás a hacer”, es lo que te repites una y otra vez, pero en el fondo sabes que volverá a suceder, tal vez al día siguiente, tal vez en una semana, pero pronto.

 

El trastorno por atracón es un desorden alimenticio similar a la bulimia nerviosa; sin embargo, poco se habla de él, ya que no cuenta con medidas compensatorias de la acción, es decir, no hay vómito después del atracón, ni dieta estricta o ejercicio excesivo. Es simplemente algo que sucede, usualmente a solas, y que muchos ignoran que es un problema de orden adictivo y psicológico.

 

Si bien suele estar relacionado con la obesidad, su origen está más apegado a la depresión. Para quienes padecen este trastorno, mejor conocidos como comedores compulsivos, la ingesta de alimentos fomenta la liberación anormal de neurotransmisores de serotonina y la dopamina, provocando una sensación placentera al momento del atracón. Por lo tanto, cuando los niveles regresan a la normalidad existe una terrible sensación de culpa y arrepentimiento. Esto indica que la ingesta compulsiva puede ser incluso considerada un proceso adictivo.

 

 


De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría, las principales características de este trastorno es la aparición de episodio de ingesta compulsiva, es decir ingesta de una cantidad excesiva de alimentos en poco tiempo, y la pérdida de control durante dicho episodio, así como la ausencia de medidas compensatorias para nivelar el peso.

 

Además, estos episodios suceden cuando no se tiene en realidad hambre, durante ellos se come más rápido de lo normal y después existe una sensación de disgusto, depresión o vergüenza, acompaña de malestar físico. Los episodios se repiten al menos una vez a la semana durante tres meses.

 

Se considera que la gravedad del trastorno es leve, si ocurre de una a tres veces por semana: moderada, de cuatro a siete veces por semana; grave, de ocho a 13 veces; o extrema, cuando sucede 14 o más veces en una misma semana.

 

Para los comedores compulsivos la comida es una válvula de escape, pues usualmente las personas que sufren este trastorno suelen ser perfeccionistas, controladoras, nerviosas, y con gran temor al fracaso. Sin embargo, el impacto de dichos atracones ataca principalmente esas áreas de inseguridad, ocasionando sentimientos de fracaso, debilidad, vergüenza y depresión.

 

Si te identificas con este escenario o conoces a alguien que ajuste a esta descripción, es importante que se busque ayuda profesional para aprender a controlar el impulso por comer, y encontrar la verdadera razón psicológica de su ansiedad e insatisfacción.


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