Imagina atravesar un túnel de agua, ver la luz al otro lado, flotar sobre una ola gracias a tu equilibrio, sentir la adrenalina ante la fuerza e ímpetu del mar; cuando logras salir, el viento golpea tu cara y los rayos del Sol te iluminan como premiándote por tu hazaña.
En ese momento, una sonrisa invade tu rostro, te sientes invencible, no hay nada que no puedas lograr, la satisfacción es tremenda, es una especie de magia, no hay más palabras para describirlo.
Esto es un poco de lo que experimentan los surfistas cada vez que logran pararse en su tabla y correr una ola, algo que muchos ignoran al dejarse llevar por los estereotipos negativos ligados a dicha actividad.
Sin embargo, en Mazatlán, donde las olas se prestan para practicar surf, existe una verdadera cultura del deporte en torno a ello.
Javier Díaz Gallardo no se inició en el surf desde pequeño, tenía arriba de 20 años la primera vez que intentó que su hermano lo invitó a pararse en una tabla, pero el amor por el mar y la naturaleza lo llevaron a convertirse en surfista de tiempo completo.
“Vimos en el surf cómo conectarnos con el mar, cómo estar en contacto con la naturaleza y se convirtió en una pasión para mí”, expresó el ahora director de su propia escuela de surf a TVP.
Lo que empezó siendo un hobbie, se convirtió luego en un desafío al incursionar en competencias nacionales e internacionales, después en su sustento al dedicarse de lleno a dar clases, y finalmente en un modo de vida.
“Es algo que se convierte en una necesidad hacerlo, porque a la vez que es un deporte, estás en contacto con la naturaleza”, comentó, “y ahorita en el mundo que vivimos, que es muy digital, que es muy de computadoras, parte de nosotros anhela eso que tiene que ver con la naturaleza, con el estar rodeado del agua, del amor por el medio ambiente”.
De acuerdo con el profesional, la imagen del surf como algo ligado a las drogas, particularmente a la marihuana, y al “vago” que no cuenta con metas profesionales es algo que se originó debido a la influencia de los medios de comunicación.
“Es una imagen que ha ido cambiando, que se ha ido limpiando”, comentó Javier, quien tiene más de 10 años de experiencia como instructor de surf.
“El deporte en sí siempre ha sido limpio, siempre ha sido un deporte que involucra mucho el físico, la mente, la coordinación el balance”.
Por ello, para impulsar ese cambio en la percepción que se tiene de la actividad, Javier ha enfocado su vida a traspasar a otros no sólo sus conocimientos como deportista profesional, sino su pasión por el deporte y la naturaleza.
Actualmente cuenta con alumnos que van desde los tres años, hasta padres y madres de familia.
“[Buscamos] darle al deporte del surf una imagen diferente. Una imagen limpia, una imagen saludable, de que uno puede tomar el surf como un deporte”, explicó.
“Ahorita el surf ya no lo vemos sólo como una recreación o un hobbie, sino como un deporte, algo que haces y que requiere dedicación, y como todos los deportistas es algo de lo que puedes vivir si te dedicas de lleno a él”.
Y es que entre más pequeños se inicien en la actividad, más fácil es guiarlos por este buen camino hacia el surf como una forma de conectarse con la naturaleza.
“[Practicarlo] les deja ese amor por la naturaleza, el amor por la ecología, por el ambiente que ahorita en este tiempo es algo tan importante", aseguró.
“[…] buscamos educar a ver el surf como lo que es, como un deporte, como su esencia verdadera: el deslizarnos arriba de una ola en una tabla. Y la gente lo empieza a ver de esa manera, los papás, los niños, los jóvenes, empiezan a verlo como algo muy limpio, muy apasionante”.
Además, este deporte como muchos otros contribuye a construir una mayor una mayor confianza en uno mismo, asegura Javier,
“Te da una seguridad increíble. El deporte de surf nos cambia la manera de pensar, el hecho de correr una ola surte un efecto muy especial en cada uno de nosotros, no solamente cuando lo practicamos sino cuando estamos fuera."
“Ya sea en el trabajo o en el salón de clases, nos da una confianza el hecho de decir sí ‘si puedo surfear, si puedo correr una ola’, puedo hacer cualquier cosa que me proponga”.
Para preparar a los novatos, Javier les enseña técnicas de balance, respiración y coordinación, además de algo de acondicionamiento físico y, sobre todo, cómo valerse por sí mismos en el agua; es decir, cómo identificar los peligros y, más importante aún, cómo salir de ellos.
“Cuando yo era chiquita me daba mucho miedo el mar, y mi papá me decía que me metiera con él y me di cuenta que no me pasaba nada, entonces le agarré mucho cariño al mar. Si voy a la playa me tengo que meter al mar, así que decidí aprender a surfear”, comentó Tamara, de 13 años, quien lleva dos años surfeando como alumna de Javier, y cuenta ya con un nivel bastante elevado.
De igual manera, durante muchos años se creyó que este deporte, al igual que muchos otros, era dominado por hombres; sin embargo, cada vez más mujeres toman interés en él. Curiosamente el día de esta entrevista, sólo había un pequeño de cinco años tomando la clase, el resto de los participantes eran niñas.
“En las películas hay muchos niños que surfean, entonces hay que niñas que dicen ‘es para niños’, pero no es verdad, es para todo el mundo”, dijo Romane, de 8 años, quien vive con sus padres en París, pero durante su semana de vacaciones en Mazatlán pidió sólo una cosa como regalo de cumpleaños: tomar clases de surf.
Algunas mujeres se inician en el surf porque encuentran en él una forma divertida, sana y relajante, de tornear su cuerpo.
“El surf puede ser tu gimnasio, puede ayudarte al desarrollo de tu cuerpo, de tu mente, de tu coordinación, del balance y de la fuerza en tu físico, y yo creo que eso tiene mucho que ver”, comentó Javier, quien dentro de su alumnado cuenta con una gran cantidad de mujeres, desde niñas y jóvenes, hasta madres de familia.
Sin duda existe una belleza en la posibilidad de “volar” sobre una ola, y quienes lo han experimentado lo describen como algo “mágico”.
“Cuando te paras en la tabla sientes que flotas, como si pudieras tocar las nubes, porque lo único que pisas es el mar, y no te estás hundiendo. Es como si volaras sobre él”, expresa Luz, de 13 años, quien tiene apenas semanas de iniciarse en el deporte.
El surf no es un deporte sencillo, la realidad es que es una actividad que requiere de gran disciplina y dedicación, así como constancia.
Si bien, aún existe quienes manchan el nombre de este hermoso deporte ligándolo a la pereza y los vicios, actualmente existen fieles exponentes que le hacen justicia. Son ellos, los verdaderos guardianes de las olas, quienes merecen el orgullo de hacerse llamar “surfistas”.
“Si en nuestra mente y en nuestro corazón vamos creando esa idea del surf como un deporte, como algo saludable, algo de lo que podemos vivir, de los que estamos enamorados y apasionados, entonces se irá creando esa limpieza. Y no sólo en el surf, en todos los deportes”, dijo Javier, quien tiene el sueño de algún día ver completamente reivindicado este deporte al cual ha dedicado su vida.
El surf ha sido descrito como una de las experiencias de mayor felicidad que puedes tener en este planeta, hay incluso quien lo ha llamado “una prueba de cómo será el cielo”.
No hay que dejarse llevar por las apariencias de unos pocos ni por los estereotipos que la misma sociedad valida sin conocer ambos lados de la moneda. Algo tan bello, merece una oportunidad .
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