Este sábado por la mañana resultaba una escena contrastante: cayendo un llovidón sobre la ciudad y el sistema de aspersión para regar la glorieta del monumento al agua...funcionando.
En ocasiones con un chorro moderado y sincronizado el sistema para que después de unos segundos, el riego fuera tupido, lanzando mucha agua, sobre el -de por sí- ya muy mojado césped.
Al hacer alto en el cruce de la avenida Rafael Buelna con la carretera internacional la visión era inevitable, a la derecha un potente chorro de agua que lanzaba el aspersor y que por momentos parecía confundirse con la fuerte lluvia que caía en esos momentos.