Hasta el lunes pasado la sección de noticias del sitio oficial de Luis Miguel, aquel apartado que los artistas utilizan para difundir en la web sus logros y novedades, funcionó como un elocuente recordatorio del oscuro presente del mexicano. Allí se fueron acumulando durante más de dos años diversos comunicados de prensa con versiones oficiales y partes médicos, como respuesta a una larga temporada en la que se sucedieron las demandas millonarias, las cancelaciones de conciertos y una sequía musical inédita en la carrera del solista latino más popular de las últimas décadas.
De ahí la relevancia de La fiesta del mariachi, la nueva canción que el cantante anunció a comienzos de esta semana en sus redes y que hoy ve la luz en distintas plataformas, en medio de la expectación de sus fanáticos y de la industria continental. No sólo se trata del primer sencillo que estrena en más de tres años -luego de Deja vu, tema publicado en 2014 como aperitivo de su última gira-y el primer adelanto de su próximo disco de estudio, sino además la excusa que vuelve a situar al “Sol de México” en un plano estrictamente musical, luego de un turbulento período que tuvo como punto de inflexión el show de febrero de 2015 en Mérida, Yucatán, cuando tras una hora de espera los organizadores suspendieron el evento y acusaron al artista de encerrarse en su camarín “para emborracharse”.
Ahora, para su regreso formal a la música, “Luismi” repite la fórmula de México en la piel (2004), una de sus últimas apuestas de estudio realmente exitosas en el nuevo siglo. Si en ese entonces el cantante apeló a la llamada música regional mexicana para dejar atrás la tibia recepción que tuvo 33 (2003), presentado en ese momento como su retorno estelar al pop y la balada, hoy el cantante nuevamente se refugia en los ritmos tradicionales de su país para dar forma a La fiesta del mariachi, una nueva versión para el tema original del Mariachi Vargas de Tecalitlán, longevo y emblemático conjunto de rancheras y corridos de Jalisco.
Son éstos últimos los que acompañan al solista en su nueva grabación, que arranca con “qué pasó mi chula” como grito de guerra. En total, 2.44 minutos de duración para un tema que muy probablemente no termine engrosando la lista de clásicos del cantante, pero que al menos da cuenta de una garganta en buena forma, con los matices y la potencia que han caracterizado su carrera.
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