Rubén Ramírez Cárdenas fue ejecutado ayer pasadas las 21: horas en la cámara de muerte de la Unidad Carcelaria Walls, en Huntsville, Texas.
El traslado de 65 kilómetros se realizó bajo fuertes medidas de seguridad y no se dio aviso hasta que llegó a una de las cárceles más viejas de Texas, donde hace más de cien años realizan las ejecuciones.
En sus últimos tres días de vida, Ramírez Cárdenas pudo hablar con su madre, tres de sus hermanos y sus dos hijos, quienes mantenían la esperanza de que un milagro ocurriese y anularan la condena capital.
Después de aplicarle la inyección letal en la cámara de la muerte, las últimas palabras del mexicano fue una advertencia:
"No puedo ni quiero disculparme por un crimen que cometió otro, pero regresaré por justicia, pueden contar con ello".
La defensa del mexicano de 47 años nacido en Irapuato, utilizó todos los recursos legales disponibles hasta el final. Lo único que logró fue retasar la ejecución mediante una apelación interpuesta ante la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos.
Sin embargo, las autoridades estadounidenses no otorgaron clemencia y Rubén fue llevado a la cámara de muerte y puesto en la mesa a las 21: 55 horas.
Después de aplicarle la inyección letal, la muerte del mexicano se declaró a las 22 horas con 26 minutos. Su cuerpo fue trasladado a una capilla en donde se le permitió a la familia tocar por última vez a su ser querido y despedirse de él.
Expreso mi firme condena a la ejecución del mexicano Rubén Cárdenas Ramírez en Texas, que viola decisión de la Corte Internacional de Justicia. Mi más sentido pésame a los deudos.
— Enrique Peña Nieto (@EPN) 9 de noviembre de 2017
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