Hace casi 30 años, durante un encuentro cultural entre la comunidad Japonesa y Sinaloense, en señal de amistad entre ambas culturas, los Japoneses sembraron en los jardines del entonces DIFOCUR , un árbol como símbolo de amistad que perdura a través de los años.
Hasta la fecha ese árbol sigue dando frutos, un cítrico que se conserva erguido a pesar del tiempo y que sigue siendo testigo del paso de las generaciones de artistas y exponentes de la cultura en Sinaloa.
El árbol de la amistad, es parte de las muchas cosas que pasan desapercibidas, pero que engrandecen la cultura y el valor histórico de un pueblo.
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