Las casas decoradas, los arbolitos llenos de luces, el clima frío y la ropa invernal, así como las fiestas navideñas con sus posadas y piñatas, y obviamente la tradicional cena y el recibimiento de los regalos de Santa Claus suelen ser la imagen de cualquier póster publicitario que anuncia “la llegada de la época más feliz del año”, pero para muchas personas las fiestas traen consigo un efecto negativo que muchos ignoran.
La idea de que debemos ser especialmente felices durante las fiestas, que deberíamos estar rodeados de familia y amigos todo el tiempo, que es momento de mirar atrás en nuestro y agradecer por todas las virtudes que recibimos y la obligación que representa a veces el gastar dinero en los regalos constituyen una gran presión para algunas personas, pues no todos cuentan con seres queridos de quién rodearse, tal vez su balance del año no ha sido positivo o no cuenta con los recursos económicos para comprar los regalos que le gustaría, preparar la gran cena o incluso comprar si quiera un árbol navideño.
Y si a todo esto le sumamos el frío invierno y el cambio de horario, que nos brinda menos horas de luz solar, lo cual a su vez puede afectar los niveles de serotonina y melatonina de las personas, el resultado es un cóctel depresivo.
A ese estado de tristeza y apatía que se presenta ante esta imposición de “ser feliz” se conoce como depresión blanca, blues navideño o trastorno afectivo estacional ya que se presenta usualmente ligado al cambio de estaciones, en especial durante otoño-invierno.
La depresión es un problema habitual que afectan a más de 300 millones de personas en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la depresión blanca no es la excepción, ya que consiste prácticamente en los mismo síntomas del trastorno original, con la diferencia de que suele ir acompañada de una mayor nostalgia por el pasado, por el anhelo o añoranza de tiempos más felices, especialmente ligado a recuerdos pasados de las fiestas navideñas.
Cuando los cambios del paso del tiempo se hacen más evidentes en la vida de estas personas, el rechazo hacia lo futuro y el anhelo por lo pasado se vuelve presente. Al no querer afrontar la realidad actual ni mucho menos el futuro, que está constantemente representado en anuncios y promocionales de año nuevo, el individuo tiende a sumergirse en un estado de apatía y tristeza, el cual puede incrementarse si la persona además atraviesa por problemas económicos.
En algunos casos, esta depresión es tan profunda que puede llegar a ser “la gota que derramó el vaso” para personas que ya sufren de antecedentes depresivos, lo que puede llevar incluso al suicidio en casos extremos.
En México, la última encuesta oficial de suicidios data del 2011, en ella el Instituto Nacional de Estadística y Geografía registró 5 mil 718 suicidios en el País, de los cuales 4 mil 621 fueron cometidos por hombres y 1095 por mujeres.
Según información de la OMS, son las mujeres quienes padecen mayor depresión, en una relación de dos a uno con los hombres; sin embargo, a pesar de que ellas son más propensas a intentar cometer suicidio, es más común que sean los hombres quienes finalmente lo logran, al elegir métodos más resolutivos, como el ahorcamiento, disparos o sofocamiento, mientras que las mujeres tienden a inclinarse por la sobredosis, la cual no siempre lleva a la muerte.
Con respecto a la depresión blanca, no hay evidencia de que en el País los número de suicidios aumenten durante el mes de diciembre, al contrario, de diciembre a febrero del 2011 se presentaron el menor número de casos, 435, 437 y 435, respectivamente, en comparación con 525 en agosto, cuando se presentó el mayor número de casos.
Sin embargo, esto no significa que la depresión blanca no tenga impacto en México, de acuerdo con investigadores este tipo de depresión puede convertirse en una depresión crónica prolongada cuyo verdadero impacto podría percibirse hasta meses después, cuando una vez pasada la cortina de humo de las fiestas navideñas los síntomas empiezan a ser evidentes para uno y las personas que lo rodean.
Si te sientes abrumado por la constante obligación de ser feliz durante las fiestas, tal vez deberías dejar a un lado lo que la sociedad te dice que “debes sentir” o el estereotipo de constituye “ser feliz”, y enfocarte en lo que significan para ti estas fechas, lo que te hace feliz a ti. Deja de pensar en lo que no lograste este año y enfócate en aplaudir los obstáculos que superaste para estar donde te encuentras ahora; si no tienes dinero para comprar todo lo que la televisión y el internet te dicen que debes de tener para vivir la Navidad “como se supone que debe ser”, dedícate a valorar lo que sí tienes. No existe una sola definición de felicidad, cada quien la vive y experimenta a su manera, así que no dejes que la depresión blanca te atrape.
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