La Noria, ubicada a 30 minutos de Mazatlán por carretera, es una sindicatura donde el pasado y las tradiciones no pierden vigencia.
En el pueblo, donde residen aproximadamente mil habitantes, se pueden encontrar hasta 6 talabarterías; establecimientos donde se utilizan las pieles de puerco y de vaca como materia prima para fabricar huaraches, cintos, bolsas y sillas de montar.
La magia de estos artículos recae en que son manufacturados con técnicas 100 por ciento artesanales, que datan del siglo XIX. Una de las talabarterías más antiguas de la región es la que administra Roberto Morán Osuna, quien aprendió el oficio de su padre hace más de 35 años y al día de hoy, comparte el arte con su hijo.
Estas actividades de turismo rural se complementan con paseos montados a caballo, el lanzamiento de tirolesa, así como por visitas guiadas en campos de agave.
Es La Vinata de los Osuna, ubicada a las afueras de La Noria, quien ofrece este último servicio. La fábrica produce tequila como se hacía en los años de 1800.
César Villelas Melín, encargado de la administración del lugar, menciona que el empleo de madera en lugar de acero, como se hace en las fábricas industriales, es lo que le da su sabor característico al licor y lo hace más auténtico.
En el transitar por las calles empedradas, en las amplias casas edificadas a base de choza, en la comida extraída 100 por ciento del campo, el visitante podrá experimentar en carne propia el estilo de vida de sus generaciones pasadas.
Por ello, los noreños los invitan a conocer su tierra, donde estarán listos para recibirlos con visitas guiadas, música de banda, artesanías, historias orales, y un sinfín de demás atractivos que tiene para ofrecer esta región.
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