Lo conocemos como un viejo alegre, canoso, de barba larga y muy gordinflón. Su traje rojo con blanco y su trineo tirado por renos es lo que muchos niños más anhelan ver en la víspera de Navidad, pero el origen de la mítica figura de Santa Claus es en realidad muy diferente a la versión que hoy reconocemos universalmente.
La leyenda de Santa Claus se basa en la historia de San Nicolás, un obispo de la ciudad de Mira, en Licia, ubicada en Asia Menor, que hoy corresponde a la localidad turca de Demre. Se dice que nació alrededor del año 270 y que murió un 6 de diciembre entre el 345 y 352.
Aunque esta versión apunta a que su origen era asiático, la tradición se desprende en mayor parte de su influencia en Italia, específicamente en Bari, donde se conservan y veneran sus reliquias desde el año 1087, cuando un grupo de católicos romanos las sacó en secreto tras la conquista musulmana del territorio turco.
La historia cuenta que Nicolás provenía de una familia adinerada, siendo hijo de un exitoso comerciante; sin embargo, a la muerte de sus padres, posiblemente a causa de la peste, el joven decidió convertirse en sacerdote y repartió su fortuna entre la comunidad necesitada, haciendo especial énfasis en ayudar a los niños.
A raíz de sus buenas acciones surgieron historias de milagros y bondades que le ganaron el nombre de santo patrón de Grecia, Turquía, Rusia y Francia. Entre las historias corre la leyenda de que una noche San Nicolás dejó monedas de oro en las medias de tres jóvenes casaderas de una familia pobre que por falta de dote no podían contraer matrimonio, de ahí inició la creencia de que el santo otorgaba regalos en la víspera de Navidad.
En ese entonces, la imagen de San Nicolás era muy diferente a la que ahora conocemos, pues su vestimenta era verde y portaba estrellas en su ropaje, además de que no se tenía la idea de la famosa barriga sobre el cinturón negro. Además, se creía que montaba un burro aunque en algunas partes de Europa se le recuerda también montado a caballo.
La historia de San Nicolás llego por primera vez al continente americano en el siglo XVII cuando un grupo de holandeses fundaron Nueva Holanda en territorio estadounidense, la cual pasaría a convertirse en Nueva York bajo el dominio inglés.
Los holandeses conocían al personaje bajo el nombre de Sinterklaas y no fue hasta 1809 cuando el escritor Washington Irving hizo referencia a él como Santa Claus, basándose en la pronunciación fonética del nombre holandés. Con el paso del tiempo la imagen del hombre de la vestimenta verde se convirtió en un enano delgado que regalaba juguetes viajando en un trineo hasta que en el siglo XX, el escritor L. Frank Braum escribió el famoso cuento infantil “The Life Adventures of Santa Claus”, el cual consolidó la figura del viejo gordinflón, pero aún con una vestimenta verde con bordes blancos.
Otra versión dice que el personaje de barba blanca y barrigón surgió en 1863 gracias a Thomas Nast, un dibujante alemán estadounidense que diseñó al personaje para sus tiras navideñas en Harpers Weekly.
Finalmente en 1930, Coca Cola adquirió los derechos sobre el personaje para utilizarlo en sus anuncios comerciales, adoptando los colores corporativos en su vestimenta: rojo y blanco, creando así la imagen de Santa que hoy todos conocemos.
Así que si cada vez que ves un comercial de este refresco en vísperas navideñas sientes una magia que recorre tu cuerpo y te parece que no hay mejor forma de presentar al famoso personaje que esa, es porque, en efecto, fue dicha empresa quien consolidó la figura de Santa Claus otorgándole no sólo los famosos colores sino también el sonrojado de sus mejillas, el gran cinto con hebilla dorada y las famosas botas.
Ya sea que prefieras la versión original o seas fan del Santa gordinflón, este 25 de diciembre puede que despiertes para encontrar que este personaje ha visitado tu casa durante la noche y bajo el árbol o en tus botas una sorpresa estará esperándote.
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