“Esta época es la más feliz de año”, “las fiestas navideñas son el mejor momento para compartir momentos felices con tu familia”, “diciembre es el mejor mes del año, “AMO LA NAVIDAD”: estas son algunas de las frases que comúnmente escuchamos en esta época y para la mayoría es casi casi “verdad absoluta”, pero no para todos.
Existen unos cuantos, de hecho cada año son más, que no disfrutan tanto estas fiestas, es más algunos suelen utilizar la famosa frase “Odio la Navidad”, célebre del cuento de Dr. Seuss “El Grinch”.
El personaje verde de corazón diminuto detesta la algarabía, el bullicio de las fiestas, la alegría que irradian los “Whos” (Quiénes), tanto que decide robarse la Navidad: cada decoración, cada regalo, cada esfera, cada arbolito, TODO.
Aunque si están familiarizados con la obra de Dr. Seuss sabrán que al final, los Whos reconocen el verdadero espíritu navideño: la importancia de celebrar juntos y compartir su amor el uno por el otro.
Entonces ¿estaba El Grinch equivocado? Cada vez más personas se autoproclaman grinches, pues no concuerdan con el ideal de la Navidad que se promueve actualmente: el del consumismo. ¿Será que hemos perdido noción de lo que realmente importa durante las fiestas navideñas?
Y es que durante el siglo XX y XXI la mercadotecnia se ha apoderado de las Navidad, al punto que se ha convertido en una presión para muchos el celebrar a lo grande, y sabemos que no todos viven en condiciones económicas para tener la Navidad “de película” que tantos nos han vendido como el máximo ideal. El tener que comprar regalos y gastar en una cena espectacular no es opción para gran parte de la población a nivel mundial.
Además, el mítico personaje verde no es el único que se caracteriza por odiar la Navidad, mucho antes de que Dr. Seuss escribiera su famoso cuento, en 1843 Charles Dickens describió a su EbenizerScrooge en su novela “Christmas Charol” (Canción de Navidad), un hombre avaro, egoísta y solitario que es visitado por los fantasmas del pasado, presente y futuro durante la Nochebuena.
Scrooge es otro ejemplo de alguien que odia la Navidad, precisamente por qué representa un gran gasto. Si bien la novela pretendía ser una radiografía de las terribles condiciones de pobreza en que habitaban miles de niños en Inglaterra tras la Revolución Industrial, la imagen que nos queda es la del viejo “codo” y agrio.
Al igual que El Grinch, Scrooge finalmente abre su corazón al espíritu navideño, pero solo cuando se da cuenta de la verdadera magia de las fiestas, cuando a pesar de no tener nada los personajes que los rodean aún se sienten afortunados de estar vivos y juntos. Es en ese momento que ambos personajes deciden traer de vuelta todo lo comercial, todo lo que antes representaba la Navidad.
Contrario a lo que pensamos parece ser que ambos personajes no estaban tan equivocados, lejos de ser los ogros que creemos resultan necesarios para hacerle ver al resto de las personas que la Navidad es mucho más de lo que nos han hecho creer, que la magia de las fiestas va más allá de la superficialidad de la mercadotecnia y el consumismo y que lo que verdaderamente vale la pena celebrar es la convivencia.
Estos son los modelos tradicionales que conocemos como “ogros navideños”, ahora hay que incorporar las razones contemporáneas por las que algunos no gustan de las fiestas, siendo precisamente al convivencia una de ellos, ya que para algunas familias reunirse representa cierto conflicto.
Las reuniones familiares pueden traer consigo discusiones, pues con el paso de los años la imagen de los rostros felices alrededor de la mesa se ha desgastado. Crecer es doloroso en ese sentido, en muchos casos las relaciones familiares se erosionan, lo que antes era unión y fraternidad hoy parece ser un recuerdo lejano y tener a todos tus familiares bajo un mismo techo convierte el hogar en un campo de batalla, lo cual también se ha llevado a la pantalla grande en múltiples ocasiones con películas como “LovetheCoopers”, aunque al final todas muestran una gran reconciliación, cosa que no sucede en muchas familias.
Pero la cena familiar dura sólo unas horas, y la Navidad es mucho más que la comida. Así que si tu eres de los que odia las cenas familiares, y por lo tanto, la Navidad más que todas, no te ofusques ni te centres en ese evento: piensa en los recuerdos de tu infancia, en la emoción que implicaba ver a familiares con los que casi no convives, incluso cuando no se llevaran tan bien, las anécdotas, y enfócate en el hecho de que este año, al igual que otros, estarás formando nuevas memorias, las cuales pueden ser tan agrias o tan dulces como tu lo desees. Todo es cuestión de actitud, evita temas que sabes suelen ser motivo de conflicto y disfruta de lo bueno.
Ni siquiera El Grinch más grinch, ni el Scroogemás Scrooge, pudieron evitar verse contagiados por la magia de la Navidad. ¿Te dejarás contagiar tú?
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