La moda, la publicidad y la tecnología son los tres ejes que desgraciadamente rigen la vida de muchos jóvenes hoy en día. La constante promoción del consumismo ha sumergido a toda una generación en el falso ideal de que “la felicidad sí se puede comprar”. Y las fiestas navideñas son el clímax de esta propaganda.
Ahora ya terminada la celebración, se pueden encontrar tres tipos de niños y jóvenes: los que recibieron todo lo que querían, los que no obtuvieron todo, pero se encuentran satisfechos con lo que recibieron, y tristemente, los que no lograron recibir todo lo que pidieron y se sienten frustrados al respecto. Y son precisamente estos últimos quienes protagonizan algunas de las más trágicas historias de este nuevo año.
Los padres de Oscar no pudieron regalarle al joven de 23 años el celular que había deseado para Navidad o Año Nuevo, la familia no contaba con los recursos económicos para satisfacer la petición de su hijo, pero jamás imaginaron lo que esto significaría para el joven.
En una sociedad donde se compite con tecnología y se enfatiza la falsa relación entre ésta y el éxito, no conseguir ese celular fue suficiente para llevar a Oscar al vacío: en un momento de frustración extrema el joven decidió colgarse de un árbol en la ranchería en la que vivía, en el municipio de Nacajuca, Tabasco.
Esto puede parecer algo extremo, pero desgraciadamente no es la primera vez que sucede. La dependencia a los aparatos electrónicos y la necesidad de competir y seguir “a la moda” de la tecnología ha llevado anteriormente a otros jóvenes e incluso niños a acabar con sus vidas.
En el 2015, Ángel Brando, un niño de apenas ocho años, se ahorcó frente a su hermano menor en su habitación, en Torreón, Coahuila, porque tras un pleito con su padre debido a su mal comportamiento, éste le quito su celular como castigo. De acuerdo con el periódico El Universal, el hermano pequeño, quien presenció el suicidio, declaró que Ángel entró sumamente enojado a la habitación por la reacción de su padre y que tras decir que se mataría procedió a ahorcarse desde su litera con un cinto. Aunque el padre llevó desesperadamente al menor a la clínica 16 del Instituto Mexicano del Seguro Social los médicos no pudieron ayudar al menor, quien ya había muerto a su llegada.
Otro caso similar, sucedió el año pasado en Saltillo, cuando tras ser privado de su celular como castigo por estar peleando con su hermano menor, Jorge, de 10 años, intentó ahorcarse en su habitación. A pesar de que su madre llamó a Urgencias a tiempo, el menor murió 10 días después en terapia intensiva como consecuencia de un paro respiratorio.
Esta situación no es exclusiva del País, en el 2013 se registró el caso de un menor de 12 años, quien de igual manera tras haberle sido confiscado su teléfono celular por parte de su madre, se ahorcó en su habitación en Gran Bretaña.
El materialismo ha vuelto a las nuevas generaciones insensibles en ciertos aspectos y ha volcado sus prioridades a aspectos superficiales, considerándolos “esenciales” para su vida, lo que ha llevado a muchos a sufrir de presión ante la ausencia de dichos dispositivos, pues sufren al compararse con otros compañeros que sí obtienen este tipo de dispositivos electrónicos de moda.
En México, de acuerdo con datos de la Estadística de Mortalidad 2015 de Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la tasa de suicidios es de 5.2 por cada 100 mil habitantes, lo que significa que ese año se registraron 6 mil 285 suicidios, de los cuales el 41.3 por ciento se concentró en jóvenes de 15 a 29 años y un 3.7 por ciento en menores de 10 a 14 años.
Aunque la mayoría de las muertes por lesiones auto infligidas son más comunes en hombres (80.1 por ciento) que en mujeres (19.9 por ciento), cuando se trata de menores de 30 años, la mayoría de los casos son mujeres, pues del total de fallecidas seis de cada 10 pertenecían a este grupo de edad.
Las fiestas navideñas llegan a su fin este 6 de enero con el Día de Reyes, un nuevo año ha comenzado y con él una nueva oportunidad de revertir la percepción que los niños y jóvenes tienen del mundo y de la vida. Como padres el mayor reto de la actualidad es inculcarse el valor de las cosas y extenderles herramientas que les permitan crear su propia identidad sin basarse en cosas materiales, pues éstas vienen y van, y sobre todo, cambian a un ritmo tan acelerado que resulta para la mayoría imposible estar al corriente con las nuevas tendencias.
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