La demanda de drogas recreacionales así como de otros fármacos que funcionan a nivel cerebral es tanta que cada vez existen más y nuevas drogas en el mercado, una de ellas son las drogas auditivas. Así como lo leíste, drogas que se consumen a través de sonido.
Esta tendencia se ha popularizado a través de sitios web que venden “dosis” o pistas de sonido, que van desde 1 hasta 20 USD, las cuales presuntamente crean estímulos en el cerebro e imitan los efectos no sólo de drogas recreacionales, como la marihuana, ácido o cocaína, sino también de medicamentos como ansiolíticos y antidepresivos; incluso algunos sitios los promueven como una alternativa para conciliar el sueño, aumentar la concentración o hasta simular excitación sexual.
Sin embargo, existen un gran debate alrededor de su efectividad y de los posibles riesgos que pueden representar para los usuarios, ya que estudios alrededor de su efectividad divergen entre si sus efectos están sujetos a la subjetividad y predisposición del “consumidor” o si pueden ser generalizados. Además, aunque existen muchas investigaciones al respecto del impacto del uso de frecuencias auditivas en la sincronización de ondas cerebral, no existen estudios empíricos al respecto de las consecuencias de su uso a largo plazo ni de posibles efectos negativos.
Las drogas auditivas, virtuales o digitales, no son algo nuevo, desde hace unos años un popular sitio de internet las dio a conocer de manera comercial. El año pasado, fueron el tema protagónico de un capítulo del famoso programa mexicano “La Rosa de Guadalupe”, donde se mostraba de manera aparentemente exagerado sus efectos. Sin embargo, existen diversos videos de reacciones ante “dosis” que circulan en YouTube donde algunos de los usuarios afirman haber sentido estímulos placenteros, pero otros muestran convulsiones o calambres musculares y dolores de cabeza.
¿Cómo funcionan?
En 1839 el físico prusiano Heinrich Wilhelm Dove descubrió la técnica de pulsos binaurales, los cuales se derivan de tonos con frecuencias diferentes en cada oído que, debido a la fluctuación de ritmo entre ambas , obligan al cerebro a recalcularlas, recalibrarlas o sincronizarlas. Como resultado, el cerebro percibe una tercera frecuencia que en realidad no existe físicamente, es básicamente una ilusión auditiva, a la cual se le conoce como pulso binaural.
Dado que el cerebro se comunica a través de ondas, determinadas en diversos rangos de frecuencias, estos pulsos pueden modificar dichas ondas cerebrales que son captadas por la zona mesolímbica, donde se controlan las emociones, y provocar, en teoría diversos estados de ánimo.
Páginas dedicadas a comerciales este tipo de “drogas auditivas”, aseguran que al crear pulsos binaurales dentro de la frecuencia de diversas ondas cerebrales pueden crear un efecto específico. Por ejemplo, las ondas beta (que van de lo 13 a 40 Hz) están relacionadas con nuestra concentración; mientras que las ondas alfa (de 8 a 12 Hz) se detectan durante periodos de relajación, por lo que al producir pulsos binaurales en esas frecuencias podría alterar, en teoría, dichos estados.
En cuanto al uso de frecuencias para crear efectos similares a los de las drogas recreativas, éstas tendrían que impactas en ondas de frecuencias mucho más bajas, como lo son las theta (de 4 a 8 Hz) y las delta (de 01.1 a 4 Hz), las cuales tienen efectos sobre la creatividad y el subconsciente, respectivamente.
¿Qué es lo que no se dice al respecto de estas drogas?
Lo muchos no te dicen sobre estos pulsos, es que si bien algunos estudios han analizado con electroencefalogramas la reacción de las ondas cerebrales al escuchar pulsos binaurales, la mayoría de los estudios que hablan al respecto basan sus teorías del efecto en estados de ánimo únicamente en cuestionarios aplicados a participantes expuestos a ellos, por lo que hay muchos escepticismo entre investigadores.
De igual manera, al no haber estudios al respecto de sus efectos negativos a corto ni largo plazo es difícil determinar si su uso es dañino o no, aunque las redes sociales están inundadas de controversia al respecto, pues se relatan experiencias terribles así como placenteras.
Aunque algunas empresas aseguran que este tipo de mezcla de frecuencias son inofensivas, en la página de internet de una de las comercializadores más famosas de pulsos binaurales aparece el siguiente mensaje como respuesta a la pregunta frecuente de si son peligrosas o no.
"Estás utilizando un potente audio en un intento de crear un estado alterado. I-Doser no afirma la efectividad y usted acepta usar dosis de I-Doser bajo su propio riesgo".
Algunos de los nombres más populares de este tipo de drogas son “cocaína”, “heroína”, “crack”, “éxtasis”, “cristal” y otros similares, pero también destacan drogas destinadas a estímulos sexuales como “orgasmo”, “afrodisiaco”, ¿”asfixia”? y otras dedicas a buscar un estado de relajación y calma como “antimigraña”, “antidepresivo”, “melatonina”, “sueño” y “alivio”.
Las drogas auditivas se venden en dosis individuales o paquetes que alcanzan hasta los 20 USD. Incluso en una de estas páginas comerciales se pueden encontrar dosis individuales de 45 minutos que superan los 50 USD, las cuales son catalogadas como experimentales y de impacto extremo.
Curiosamente la misma compañía especifica que sus drogas tiene una efectividad comprobada de una vez dentro del 80 por ciento de la muestra de estudio, siendo sólo el 35 por ciento de éstos aquellos que sintieron sus efectos cada vez que probaron una dosis, por lo que para muchos es considerado una estafa.
Ante repetitivos cuestionamientos sobre la inefectividad de sus productos, Nick Ashton, fundador de la página de ventas de estas drogas, atribuyó en un foro de Reddit su fracaso a la baja calidad de los audífonos con los que se escuchan las “dosis” y a las pistas de sonido piratas que no cumplen con los requisitos de calidad de su empresa.
De cualquier manera, ya sea que su efecto sea el deseado o no, la verdadera interrogante es el impacto que éstas puedan tener sobre la salud del usuario en el corto o largo plazo, algo que se ha satanizado en los medios debido a las terribles imágenes difundidas en videos a través de las redes sociales, pero que al igual que su efectividad no se ha comprobado científicamente.
Por si sí o por si no, mejor ahorrarse la posibilidad de un mal resultado o la decepción de haber gastado tu dinero en una pista con sonidos extraños que no produjo ningún efecto ¿no?
Notas de interés: