¿Podrías sobrevivir un día sin celular?


El reto no es tan fácil como suena
¿Podrías sobrevivir un día sin celular?

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miércoles, 21 de febrero de 2018 16:16

¿Te imaginas pasar todo un día sin utilizar tu celular? Ya sea porque se te rompió, lo perdiste, te lo robaron, o simplemente porque te gustan los retos y crees que puedes soportar 24 horas sin mandar un meme.

El martes por la mañana muchos experimentaron pánico. Era posible mandar mensajes por whatsapp, navegar por la red o checar las redes sociales, como cualquier otro día. Sin embargo, falló el servicio para hacer y recibir llamadas por algunas horas.
                        

Esto dificultó la comunicación cotidiana. La red dejó de funcionar y caímos en cuenta de lo indispensables que se han vuelto ya los teléfonos celulares en el día a día. Hoy, prácticamente todas nuestras actividades, están relacionadas con estos dispositivos móviles. 

Independientemente del tiempo de ocio o de entretenimiento que nos pueda brindar nuestro celular, este se ha convertido ya en un auxiliar fundamental para las relaciones sentimentales y profesionales. El estar comunicado con la familia y amigos mucho depende de las llamadas, los mensajes de texto o las actualizaciones en facebook, instagram y demás redes sociales. 
    
              

Laboralmente ocurre lo mismo. No importa si la persona es un profesionista o no, el estar comunicado implicar necesariamente contar con un teléfono celular, y en la mayoría de los casos, con un smartphone.

Checar la hora, revisar los e-mails, apuntar notas y recordatorios, saber cuántos kilómetros se corrieron, organizar la agenda, checar qué hay en la cartelera del cine, ver los estados bancarios, pedir un transporte, tomar fotos, ver la televisión, escuchar música, y un sinfín de actividades más se encuentran compactadas en la palma de la mano.



Por ello, cuando se le sugiere a una persona pasar todo un día sin checar su teléfono celular, la tarea parece imposible. En primera instancia puede parecer sencillo, “sólo no hablo con nadie en todo el día y ya “, se puede pensar. Pero conforme avanza la jórnada, uno se va percatándo de que el teléfono celular se ha convertido en un apéndice de nosotros mismos.

Son escasos los estudios donde se analiza el comportamiento del individuo cuando se le despoja de su teléfono celular por más de 24 horas. Sin embargo, existen miles de testimonios de personas que lo han intentado y todas coinciden en lo mismo: a pesar de que su capacidad de atención hacia el entorno aumentó, su interacción con el mismo se vio afectada. No tenían cómo comunicarse con sus compañeros de trabajo, saber de primera mano si su familia se encontraba bien, cómo saber si una cita se había cancelado o no, qué ruta tomar para evitar el tráfico. Nada. 



Relatan que en un principio se sintieron más libres andando sin celular, sin tener que responderle a nadie y con los ojos más abiertos a lo que sucedía a su alrededor. Sin embargo, a las pocas horas ya se encontraban neuróticos y ansiosos por saber qué estaba ocurriendo en el mundo y en su entorno más cercano.

Lo que sí se ha documentado en abundancia es el impacto de los teléfonos celulares en nuestra vida. Y los resultados no son positivos.  

Por ejemplo, un estudio que realizó la Universidad de Filadelfia durante el 2015 a más de 400 estudiantes, descubrió que cuando los adolescentes no pueden utilizar su teléfono, se generan en ellos reacciones parecidas a la de una persona adicta al juego. De igual manera, el teléfono muchas veces es un distractor a la hora de las clases y afecta notoriamente el desempeño del alumno.



También es común, antes de dormir, echar un último vistazo al teléfono celular; vistazo que puede convertirse en horas navegando por las redes sociales o viendo vídeos en Youtube. Esto afecta seriamente el ciclo de sueño de la persona y con ello, a su salud.



Un estudio que público el año pasado el Foro Económico Mundial detalla que esta actividad evita que el cerebro genere las hormonas que facilitan el sueño, y al verse afectadas las horas destinadas para dormir, el sujeto presenta alteraciones negativas en su apetito, capacidad de atención, así como se vuelve más probable que su memoria y capacidad de concentración fallen. Además, la fuerte iluminación de la pantalla reduce los parpadeos, con lo que los ojos se irritan y se resecan.

Otra práctica común es cargar el celular consigo cuando se va al baño, y en el ambiente de este espacio se encuentra millones de gérmenes y bacterias que se adhieren al teléfono celular, que dicho sea de paso, pocas veces se limpia.

                

Es importante encontrar un balance en el uso del teléfono celular. Cuando el uso excesivo comienza a afectar el rendimiento de una persona en su trabajo, la salud emocional de sus relaciones interpersonales, o el tiempo que destina para otras actividades del día a día, es necesario realizar una reflexión y darle su justo lugar al dispositivo móvil.

Es importante también no satanizar el uso del celular, pues permite solucionar problemas de forma práctica que ahorran tiempo y esfuerzo. La clave se encuentra en otorgarle a este aparato su justa importancia y sacar todo el provecho que se pueda de él, sin que afecte la salud e integridad de la persona.


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