1. Has comido frente a tu escritorio "para adelantar chamba".
Cuando no hay plato, en una hojita reciclada, por supuesto.
2. Tienes una salsa en el cajón de tu escritorio.
Resguardada con otras de tus preciadas pertenencias, como enjuague bucal.
3. Te ha salido el muñequito en la rosca de Reyes de la oficina.
Lo que significa alimentar a cuarenta tragones compañeros, ni pedo.
4. Ya te conocen en la fondita.
De hecho, si eres godínez súper saiyan fase 4, tienes el teléfono de la señora de la fondita, que te avisa qué va a haber y te aparta comida.
5. Estás comprometido con el medio ambiente.
Mientras comes salsita de chicharrón con su arroz, salvas nuestro planeta.
6. Te has visto obligado a usar ropa formal con mochila.
Imponiendo modas, cómo no.
7. Tienes una colección de tuppers.
A la que cuidas más que a tu propia vida, más que a tu mismísimo aguinaldo.
8. Estás estrechamente relacionado con el término "mal del puerco".
Dícese de ese malestar corporal y espiritual que llega cada vez que te atascas en los pozoles de Doña Pelos.
9. Conoces las promociones de los jueves.
De hecho, armaste un Excel con tus compañeros donde comparten promos que se encuentran por la colonia.
10. Has visto partidos en tu lugar de trabajo.
Ni las juntas ni los reportes se interponen en tu pasión por el deporte.
11. Te han decorado tu lugar por tu cumpleaños.
Además cooperan para regalarte un pastel que reparten en servilletas.
12. Has comido chilaquiles en cajita de unicel.
Para esos viernes en que llegas un poco "desvelado" porque el jueves de alitas se puso locochón.
13. A finales de quincena, tienes que improvisar.
No siempre se puede uno dar el gusto de comer en la fonda.
14. Has gastado tu hora de la comida en la fila del banco.
Y te das unos tacos de canasta en la esquina, para no quedarte "con el estómago vacío".
15. Le tienes que poner tu nombre a tu comida para que no te la roben.
A veces, también, leyendas con mensajes más amenazantes.
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