Treinta y dos viviendas nuevas podrían colapsar en cualquier momento.
Desde un ángulo no se ve mayor peligro, pero del otro lado es evidente el desplazamiento del terreno.
Ahí viven 40 familias, son damnificadas de los huracanes "Ingrid" y "Manuel". Viven en El Nuevo Mirador, fraccionamiento que el Gobierno federal construyó como parte del plan “Nuevo Guerrero”.
Las casas dañadas debieron demolerse desde hace dos años porque justo cuando acabó la obra, Protección Civil confirmó que estaban mal hechas y el terreno se estaba deslizando. Los sismos de septiembre y las lluvias han empeorado la situación.
La delegación de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano afirma que no hay dinero para quitarlas.
Los daños que está provocando el deslizamiento del terreno se ven fuera del edificio y también dentro del departamento.
La misma delegación de la Sedatu reconoce que los errores son de origen: hubo mala elección del terreno y del sistema de construcción. Además de los deficientes trabajos en las obras de mitigación de riesgo, que incluyen taludes de contención.
Las empresas encargadas de estos trabajos fueron contratadas y avaladas por la SEDATU, en ese entonces encabezada por el priista Jorge Carlos Ramírez Marín y cuyo delegado en Guerrero era Héctor Vicario Castrejón.
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