Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides juegan un papel importante en el manejo del dolor en distintas condiciones clínicas como la jaqueca, trastornos menstruales, dolor postoperatorio y en tejidos blandos, así como el derivado de la artritis reumatoide y la osteoartritis, entre otros.
El ketorolaco, un medicamento, perteneciente a los AINES, cuenta con gran distribución en el mercado y es de fácil acceso en farmacias porque tiene propiedades analgésicas y es ampliamente recomendado. Esto ha provocado un aumento drástico en su consumo que, advierten, podría tener efectos nocivos en distintas partes del cuerpo.
La primera solución que se le viene a la gente para combatir un fuerte dolor, es tomar una pastilla de este medicamento, pero muchas personas desconocen sus efectos secundarios que en el largo plazo pueden provocar cambios en el cuerpo y el organismo, algunos visibles pero otros no tanto.
Destacan la aparición de ampollas, el aumento de peso de forma inexplicable, dificultad para respirar, hinchazón en el abdomen, pies, tobillos y piernas; coloración amarillenta en piel y ojos, cansancio excesivo, sangrado o moretones inusuales.
Además, el consumo de este tipo de analgésicos puede provocar malestar estomacal, pérdida del apetito, dolor en la parte superior derecha del abdomen, síntomas similares a los de la gripe, ritmo cardíaco acelerado y en algunos casos, orina más oscura, descolorida o incluso con sangre.
Algunos de estos efectos se deben en gran medida a la forma en la que funciona el ketorolaco, cuyo metabolismo se realiza a través del hígado, y cuya eliminación es por la vía renal en intervalos que van de las 3 a las 9 horas.
No obstante, muchas personas lo utlilizan de forma indiscriminada y sin la recomendación previa de un profesional de la salud. Idealmente el tratamiento con ketorolaco aplica para sanar a corto plazo el dolor leve moderado tras una operación y en traumatismos del músculo o el sistema óseo.
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