El Tacuarinero permanece inmóvil en el patio de Ferromex, donde antes se ubicaba la vieja estación del tren.
En la avenida Insurgentes apenas si se deja ver entre los gruesos barrotes de la cerca, ahí en este lugar callan decenas de historias.
Recuerdos de una época que comenzó en 1880 cuando arrancó la construcción de la línea del ferrocarril, Sinaloa-Durango.
El Tacuarinero fue el medio de comunicación entre Altata y Culiacán
Hoy la máquina que durante décadas se movilizó por vías y durmientes posa sus recuerdos de múltiples viajes y guarda el sabor de las galletas que se vendían a los pasajeros y dieron origen a su nombre.
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