Trabajó 30 años como cartero, cuando Culiacán se extendía a unas decenas de cuadras y en la ciudad había unos cuantos autos y poco transporte urbano.
El internet desplazó las cartas de amistad, de amor, de comunicación entre parientes lejanos, apartó la pluma, el papel y el sobre y los timbres postales.
Don Héctor dejó la profesión de cartero y se jubiló, pero no abandonó la motocicleta, la usa para trabajar en repartir comida y alimentos de locatarios del mercado Garmendia.
En su moto, personalizada con un muñeco sin cabeza, recorre las calles del centro de la ciudad.
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