París, 25 jul (EFE).- La polémica por el "caso Benalla" apenas da tregua al presidente francés, Emmanuel Macron, quien ahora trata de retomar la iniciativa política después de varios días de silencios y de revelaciones embarazosas para el Palacio del Elíseo.
En vísperas de visitar por primera vez España, Macron y su equipo insistieron hoy en el mensaje de que los desmanes de su exjefe de seguridad Alexandre Benalla fueron un acto individual que evidencia la necesidad de reformar en profundidad el funcionamiento de las instituciones.
El martes por la noche, el habitualmente locuaz Macron salió del mutismo que guardaba desde hace una semana, cuando estalló el escándalo.
"Si buscan un responsable, el único responsable soy yo y sólo yo", proclamó el presidente en una cena con los diputados de su partido.
Sus palabras sonaron a toque de corneta para el Gobierno, hasta ahora a la defensiva.
Alentados por la supuesta osadía de su líder para echarse a sus espaldas el polémico caso, figuras del "macronismo" como el portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, o el ministro de Hacienda, Gérald Darmanin, salieron a defender al presidente.
El portavoz prometió, tras el Consejo de Ministros, que se extraerán "todas las lecciones" de este asunto a la vuelta de las vacaciones, lo que implicará que haya "cambios profundos" y que se establezcan claramente las disfunciones.
"Los hechos recientes son responsabilidad de un individuo, pero los procedimientos colectivos de control han fallado, habrá que ponerle remedio", dijo el portavoz.
El día parecía transcurrir más tranquilo para el presidente hasta que, a última hora de la tarde, saltó la noticia de que la policía registraba el despacho de Benalla en la sede de la Presidencia.
La inspección, habitual en este tipo de investigaciones judiciales -Benalla está imputado junto a otras cuatro personas-, tiene un especial simbolismo por realizarse en el corazón del armazón institucional francés.
Mañana, el secretario general del Elíseo, Alexis Kohler, a quien en Francia se denomina como "segundo cerebro" del presidente, deberá explicarse ante la comisión de investigación del Senado. Nueva borrasca en lontananza.
Macron sabe bien que, pese a salir a pecho descubierto a reivindicar su responsabilidad por haber contratado a Benalla y haber confirmado su sanción a 15 días sin empleo y sueldo, está protegido.
Como se encargó de recordar Griveaux, en el sistema presidencialista implantado por Charles de Gaulle con la V República, el presidente "sólo responde ante el pueblo", a diferencia del Gobierno, que debe rendir cuentas ante el Legislativo.
Pero eso no impidió que las principales voces de la oposición reclamasen una comparecencia de Macron que, a día de hoy, parece una quimera.
Tanto desde la extrema derecha de Marine Le Pen como desde la izquierda radical de Jean-Luc Mélénchon se instó a Macron a responder a las preguntas de los diputados en lugar de dar arengas entre los más fieles.
"Macron dijo que vengan a buscarme, cuando sabe muy bien que constitucionalmente eso no es posible. Suena más a un momento de exaltación en una velada entre amigos, a bravuconadas que no están a la altura de un presidente", denunció el diputado de La Francia Insumisa Alexis Corbière.
Un asunto aparentemente nimio se ha convertido en la mayor crisis de los 14 meses de presidencia de Macron. Los franceses así lo juzgan, de acuerdo a una encuesta difundida hoy por OpinionWay: para más del 70 % el asunto es "grave", y dos de cada tres quieren que el mandatario se dirija a los franceses.
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