Mitos y realidades del cáncer de mama


Algunos de los mitos sobre el cáncer de mama fueron “realidad” en alguna época
Mitos y realidades del cáncer de mama

Por Redacción TVP

jueves, 11 de octubre de 2018 10:00

El mito se define como un conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se forman alrededor de un personaje o fenómeno y que le convierten en modelo o prototipo. Los mitos en torno al cáncer de mama son incontables y se han generado a lo largo de la historia del ser humano. Lo increíble es que hay algunos que han persistido, ¡por más de 3,500 años! Las primeras descripciones acerca de esta enfermedad datan del año 1600 a.C., fueron encontradas en el papiro de Edwin Smith, en Egipto, y en el cual se afirmaba que era un padecimiento para el cual no existía curación.

Algunos de los mitos sobre el cáncer de mama fueron “realidad” en alguna época, según lo que se conocía “científicamente”. Con el avance de la ciencia en el terreno de la medicina, muchos de esos mitos han sido desmentidos pero han perdurado en la mente de las personas, transmitiéndose de manera verbal y de generación en generación, incluso entre algunos profesionales de la medicina.

A continuación encontrarás algunos de los mitos más populares en torno al cáncer de mama aclarando con base en explicaciones científicas porque son falsos.

Mito: Solo las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama tienen riesgo de padecerlo también.

Realidad: Dos terceras partes de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama no tienen un factor de riesgo identificable para la enfermedad. Esto significa que cualquier mujer está en riesgo. La reacción inmediata de muchas pacientes es de desconcierto al enterarse del diagnóstico ya que en su familia no existen antecedentes del problema. Ahora bien, si existe antecedente familiar de cáncer de mama en primer grado (madre, hermanas o hijas) y el cáncer se presentó antes de la menopausia, el riesgo de padecer la enfermedad aumenta al doble. Esto no necesariamente significa que la persona va a tener cáncer de mama, tan solo significa que tiene una mayor probabilidad de tenerlo, más aún cuando existen dos o más familiares en primer grado con el problema.

Mito: Los antecedentes familiares por parte paterna no son tan importantes como aquellos de la materna.

Realidad: En la mayoría de los casos en México no existe un factor hereditario, es decir, son pocos los casos que tienen un factor genético heredado asociado. En estos casos, es muy importante establecer los antecedentes familiares paternos y maternos, ya que tienen la misma importancia.

Mito: El cáncer de mama se presenta igual en todas las pacientes.

Realidad: Cuando hablamos de cáncer de mama pensamos que todos los casos se diagnostican de la misma manera, que se tratan por igual y que, en general, tienen el mismo pronóstico. El término cáncer de mama agrupa a una serie de enfermedades con presentación, comportamiento, diagnóstico, tratamiento y pronóstico similares, más no iguales.

Existen varios tipos diferentes de cáncer de mama y cada uno tiene implicaciones únicas. Por poner un ejemplo, hay tumores malignos que se originan en los ductos que transportan leche, hay otros que se originan en los lobulillos encargados de producir leche y otros más originados en la parte no glandular de la mama. Su comportamiento y agresividad son distintos y, por lo tanto, el enfoque terapéutico también lo es. Además existe una diferencia enorme entre una etapa temprana, una etapa avanzada y una etapa metastásica del desarrollo del cáncer.

Muchos pacientes manifiestan su inquietud cuando se les propone iniciar su tratamiento con quimioterapia porque otra persona que conocen inició su tratamiento con una cirugía o no entienden porqué tienen que recibir radioterapia si otra persona no la recibió y se encuentra bien. La práctica ética y honesta de la oncología requiere de forma estricta que cada caso se analice de forma individual y se le diseñe un esquema de tratamiento propio, único y enfocado a resolver su problema específico. La información pertinente en cada caso debe ser proporcionada por tu médico oncólogo.

Mito: El cáncer de mama no es doloroso.

Realidad: Todos los dolores que padecemos son transmitidos por pequeñas terminales nerviosas que constituyen una inmensa red a lo largo de nuestro cuerpo. Por lo tanto, para que exista dolor es necesario que se estimulen estas terminaciones nerviosas. El hecho de que un tumor no produzca dolor, tan solo significa que no ha estimulado algún nervio. No existen generalidades a este respecto, pero la presencia o ausencia de dolor no determina el origen de un tumor y mucho menos la probabilidad de que sea benigno o maligno. La sola presencia de una bolita sospechosa en el seno debe de alertar a la mujer para buscar ayuda profesional competente y decidir si es necesario realizar pruebas que conduzcan a un adecuado diagnóstico para la oportuna solución de un problema.

Mito: Si tengo alto riesgo para cáncer de mama es muy poco lo que puedo hacer, tan solo estar atenta a los síntomas.

Realidad: Es importante estar informada de cual es el riesgo específico y determinar con un oncólogo cuales son las opciones individuales más adecuadas en cada caso. Una visita anual con el oncólogo puede ayudar a determinar el nivel de probabilidad en base a factores de riesgo de padecer la enfermedad.

El diagnóstico temprano se basa en tres aspectos: autoexploración, exploración médica y estudios de imagen. Las etapas iniciales son en las que, con mayor frecuencia, se logra la curación. La mujeres con alto riesgo de padecer cáncer de mama pueden reducirse con medidas como bajar de peso en caso de presentar obesidad, disminuir o incluso suspender por completo la ingesta de bebidas alcohólicas, haciendo ejercicio de forma regular, dejando de fumar y siendo muy rigurosas con la rutina de detección (autoexploración, estudios de imagen y consultas regulares con el oncólogo). Estas sencillas acciones pueden ayudar enormemente a reducir el riesgo, además de que constituyen por sí mismas una forma de vida saludable.

Mito: La mayoría de las bolitas que aparecen en la mama son cancerosas.

Realidad: Más del 80% de las bolitas que se pueden tocar en una glándula mamaria son de origen benigno (fibroadenomas o quistes) y no requieren de ningún tratamiento; sin embargo es muy importante tener una disciplina de autoexploración y reportar al oncólogo cualquier cambio en los senos o aparición de una bolita. Él decidirá si es necesario efectuar algún estudio de imagen o en su caso una biopsia de la bolita para determinar la existencia de un cáncer.

Mito: Las mujeres con condición fibroquística de la mama tienen más riesgo para cáncer de mama.

Realidad: Durante muchos años se pensó que las mujeres con senos tendientes a la formación de fibroadenomas eran más propensas a desarrollar cáncer de mama. Hoy es un hecho demostrado que tal riesgo es inexistente. Cualquier mujer está en riesgo de presentar la enfermedad. La presencia de múltiples masas o bolitas en los senos pueden dificultar su exploración, o incluso detonar falsas alarmas acerca de la presencia de un tumor. Si tienes este problema, el mejor consejo es seguir las tres sencillas reglas para lograr una tranquilidad verdadera: autoexploración mensual, estudios de imagen necesarios y consulta con un médico calificado.

Mito: El cáncer de mama siempre se presenta como un tumor palpable.

Realidad: En nuestro país la gran mayoría de las mujeres buscan ayuda cuando detectan la presencia de una bolita en el seno; sin embargo esta no es la única manera de diagnosticar la enfermedad. Los estudios de imagen, como la mastografía y el ultrasonido, tienen como objetivo detectar tempranamente la presencia de cáncer, o sea, cuando la enfermedad es tan temprana que no ha logrado formar una bolita. También existen variedades de la enfermedad en las que no se encuentra una bolita como tal, por ejemplo la enfermedad de Paget o el carcinoma inflamatorio.

Mito: El riesgo de tener cáncer de mama disminuye con la edad.

Realidad: La gran mayoría de los casos de cáncer de mama se presentan en mujeres de entre 40 y 60 años de edad. Actualmente, y cada vez más frecuente, estamos diagnosticando mujeres más jóvenes, incluso menores de 30 años. Esto hace pensar a mucha gente que, una vez cumplidos los 60 años, es improbable tener cáncer de mama. Contrario a esta creencia, la probabilidad de tener cáncer de mama aumenta importantemente con la edad. De cada ocho mujeres en nuestro país, una va a tener la enfermedad en algún momento de su vida. El riesgo según la edad es el siguiente:

  • Menor de 30 años uno en 2,212
  • 30-40 años uno en 235
  • 40-50 años uno en 54
  • 50-60 años uno en 23
  • 60-70 años uno en 14
  • 70-80 años uno en diez
  • De por vida, uno en ocho.
Mito: Las mujeres con senos grandes tienen más riesgo de tener cáncer de mama.

Realidad: Muchas mujeres con mamas pequeñas creen estar protegidas contra la enfermedad. Nada más alejado de la realidad. El tamaño de la glándula no guarda ninguna relación con el riesgo de cáncer. Un seno pequeño es mucho más fácil de palpar y la presencia de un nódulo es más fácilmente detectable. Esta es quizá la única diferencia existente.

Mito: Usar brasier con varillas incrementa la posibilidad de tener cáncer de mama.

Realidad: Supuestamente las varillas metálicas del sostén impiden o dificultan el retorno linfático de la glándula mamaria, ocasionando que ciertas toxinas se acumulen causando cáncer de mama. Esto no tiene ningún fundamento científico. Ha sido demostrado ampliamente que el tipo de ropa interior y lo apretado de esta no tiene ninguna relación con el desarrollo de cáncer de mama. Las varillas, sin embargo, sí ejercen una presión constante en el seno que puede condicionar un dolor importante, principalmente en mujeres que tengan condición fibroquística de la mama.

Mito: Las prótesis (implantes) mamarias incrementan la probabilidad de cáncer de mama.

Realidad: Durante décadas se ha estudiado la relación que existe entre la colocación de implantes mamarios y el cáncer de mama. Hasta el momento no se ha encontrado un aumento en el riesgo, independientemente del material con el que se fabriquen las prótesis o si estas se rompieran en el interior. La vigilancia clínica y estudios de imagen no se ven impedidos por la presencia de implantes. Tampoco se ha encontrado un factor protector asociado. Es decir, aquella paciente que desarrollará un cáncer de mama, lo hará, independientemente de si tiene prótesis mamarias o no.

Mito: Los desodorantes y antitranspirantes causan cáncer de mama.

Realidad: Se han hecho una gran cantidad de estudios científicos intentando demostrar esto; sin embargo, hasta el momento no se ha encontrado una relación directa entre el uso de desodorantes o antitranspirantes y la presencia de cáncer de mama. Si esto fuera cierto, todas las mujeres que usan estos productos desarrollarían la enfermedad. El evitar el uso de desodorantes no previene el cáncer de mama pero alejará a todos los que te rodeen pues seguirás transpirando y recuerda que usualmente el sudor se acompaña de mal olor.

Mito: La cafeína incrementa el riesgo de cáncer de mama.

Realidad: El café, el té y los refrescos de cola contienen unas sustancias llamadas xantinas. Son, principalmente, estimulantes del sistema nervioso, pero también tienen efectos en otras partes del cuerpo, como las glándulas mamarias en donde pueden ocasionar dolor importante (mastalgia). No existe ninguna relación demostrada entre la ingesta de xantinas y el desarrollo de cáncer de mama. Incluso hay algunos estudios que han intentado proponer a la cafeína como factor protector. Al momento no hay datos concluyentes que apoyen esta teoría.

Mito: El uso de anticonceptivos hormonales causa cáncer de mama.

Realidad: El uso de la píldora anticonceptiva se popularizó en México durante la década de los sesentas. En aquel entonces las dosis de hormonas que contenían las pastillas anticonceptivas eran muy altas y el uso prolongado incrementaba el riesgo para cáncer de mama. Con el avance en el campo de la farmacología, actualmente, los anticonceptivos hormonales (píldoras, parches, inyecciones e implantes) contienen una cantidad muy pequeña de estrógenos y progesterona. Estudios serios demuestran que el riesgo para cáncer de mama no se ve afectado por el uso de estos medicamentos, incluso en pacientes que los han tomado por más de diez años. Lo que sí es un hecho es que mujeres que han padecido cáncer de mama no deben de ingerir hormonas bajo ninguna circunstancia. Los anticonceptivos no hormonales como el condón, el diafragma, el dispositivo intrauterino, espumas y geles espermicidas no tienen papel en el desarrollo de cáncer de mama. Es importante acudir con el ginecólogo para determinar cual es el método anticonceptivo más apropiado para ti e incluso alternarnos cada determinado tiempo.

Mito: Amamantar puede producir cáncer de mama.

Realidad: No existe relación alguna entre la lactancia y el desarrollo de cáncer de mama. De hecho, la lactancia se considera un factor protector. Esto no quiere decir que las mujeres que lactaron no pueden tener cáncer de mama. Así como los factores de riesgo solo representan una mayor probabilidad de padecer la enfermedad, los factores protectores solo representan un riesgo menor. La leche materna provee de nutrición y anticuerpos a un recién nacido que son importantes en el desarrollo de su sistema inmune sin debilitar a la madre. Queda a consideración de cada mujer la decisión de amamantar a sus hijos, sabiendo que al hacerlo no aumenta su riesgo de padecer cáncer de mama.

Mito: Es peligroso hacerse una mastografía antes de los cuarenta años.

Realidad: El tejido mamario de mujeres más jóvenes (menores de 40 años) es más denso y más aún si no han amamantado. Los rayos X de una mastografía no alcanzan a penetrar este tejido y la visualización es muy deficiente. No existe ningún peligro de realizarse una mastografía en estos casos; más bien el estudio no nos aporta la información que requerimos. En estos casos, recurrimos al ultrasonido mamario, que no es en base a radiación y que nos provee la información necesaria para determinar el riesgo de cáncer de mama. En algunas pacientes jóvenes con riesgo alto, podemos hacer mastografías con técnicas especiales que nos permiten evaluar el tejido mamario. Un oncólogo puede determinar con facilidad cual es el estudio que se requiere en cada caso y la mejor edad para realizarlo.

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