Se trata de una fruta pequeña del tamaño de una ciruela, que en su estado natural tiene una cascara verde, pero que es popularmente conocida como un dulce típico mexicano, ya que se disfrutan cocidas en almíbar de piloncillo.
Los puedes encontrar usualmente en los mercados y en la típicas carretas de frutos de temporada. Y aunque son típicos de estado como Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, también los encuentras en el sur de Sinaloa.
Así es, a un sinaloense de verdad le gusta embarrarse todo y quedar todo pegostioso después de comerlos. Y ya que acabamos, es de ley hacerle un hoyito en la esquina a la bolsita de plástico donde vienen y chupar hasta la última gota de miel que queda.
Provienen de la palmera Acrocomia y comúnmente les llaman “coquitos” por su similitud con los tradicionales cocos playeros. Su textura es fibrosa al igual que un coco normal, lo que hace imposible no llenarte los dientes de “pelitos” al comerlos.
El chiste para disfrutar estos coquitos está en absorber todo el piloncillo hasta dejarlo bien bien seco; una labor que puede tardarte varios minutos, sobretodo porque siempre que uno está por acabar es costumbre darle otra pasadita por el piloncillo.
Una vez seco, viene la mejor parte. Resulta que este coquito tiene en su interior una deliciosa “carnita” o semillita blanda y para llegar a ella hay que darle muy fuerte con una piedra (si usas cualquier otro tipo de utensilio entonces te falta muuucho barrio).
También se pueden comer crudos cuando están muy maduros, pero aunque el sabor es ligeramente dulce no se compara con la deliciosa que son enmielados.
Y tú, ¿ya los probaste?
