Recientemente se dio a conocer la muerte de una niña de 10 años, que murió de un infarto luego de que subiera a un tobogán de un parque acuático en Michigan.
Asimismo, la menor, identificada como London Eisenbeis, padecía una condición cardíaca que nunca le fue diagnosticada en vida.
London esperó dos años para crecer lo suficiente y alcanzar la altura mínima requerida para subirse al Super Loop Speed Slide, en el parque acuático Zehnders, pero no imaginó que moriría de la emoción, literalmente.
Este hecho ocurrió en febrero de 2018, cuando la menor logró montarse en el tobogán, mientras visitó el parque acuático con sus padres y su hermana.
“London miró a su padre, levantó dos pulgares y sonrió, bajó el tobogán y salió con un paro cardíaco”, recordó Tina Eisenbeis, madre de London, en una entrevista para The Sun. La mamá se percató de que algo estaba mal después de escuchar el silbato y ver a niños y adultos evacuando las piscinas.
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"Mi esposo estaba mirando hacia abajo y había sábanas arriba y sabía que era uno de mis hijos” dijo la madre de London. “Fue una cosa horrible”.
La niña fue llevada a un hospital, en donde permaneció por nueve días con soporte vital hasta que murió el 27 de febrero.
Los médicos explicaron que el corazón de London se aceleró mientras bajaba por el tobogán y su adrenalina se disparó, lo que provocó que sufriera un paro cardíaco.
“No había signos de la enfermedad, solo se cayó”, dijo Eisenbeis. “El día anterior había estado haciendo giros en el aire”, recordó la madre.
A un año del hecho, Tina ha decidido difundir su historia para alertar a otros padres y ayudar a salvar vidas.
También, Tina y su esposo han establecido una fundación, llamada London Strong, para ofrecer clases de RCP y recaudar fondos para contar con desfibriladores en lugares públicos.
Pues Tina supone que el uso oportuno de un desfibrilador pudo salvar la vida de su hija; personal del parque acuático no lo tenía dicha herramienta.
