De agudizarse la situación que se vive por la contingencia por el covid 19 en Cajeme el Comedor de la Misericordia podría dejar de operar dejando sin alimento a alrededor de cien personas que de martes a sábado acuden al callejón Bolivia entre Zaragoza y Galeana, espacio donde desde hace cuatro años se brinda la ayuda.
Se trata de personas que viven en condición de calle y otros que se autoemplean en el Centro de Ciudad Obregón y que debido al llamado de quedarse en casa de las autoridades, se han quedado sin sustento económico para cubrir sus necesidades básicas, entre ellas la alimentación.
La hermana Elizabeth Rodríguez integrante de la congregación Misioneras Contemplativas de Cristo Misericordioso quienes desde hace veinticuatro años han apoyado esta causa, informó que debido a la Semana Santa el sitio permanecerá cerrado como cada año desde este martes 7 hasta el martes 14, cuando proyectan reabrir sus puertas, dependiendo de las indicaciones de las autoridades.
Y es que durante ese tiempo lo dedican a vivir la semana santa o bien pueden acudir a misión.
No obstante la sombra de mantenerse cerrado continúa ante el pronóstico de que las siguientes dos semanas sean las más complicadas en materia de propagación del virus y la preocupación de mantener también la salud.
De acuerdo a la religiosa de la Congregación cuya sede se ubica precisamente frente al comedor de la Misericordia, hasta el pasado sábado brindaron el servicio a entre ochenta y cien personas extremando las medidas de sanidad, con el uso de cubre bocas tanto de ellas mismas como de los comensales, a quienes antes de otorgarles el alimento, debían lavarse las manos y atender los consejos de higiene.
Ello, aunado a que las personas ingresaban de cinco en cinco solamente a recoger el alimento para de ahí comerlo en otro lugar afín de evitar aglomeraciones y con ello riesgos de contagio del covid 19.
De 4 a 5 de la tarde de martes a sábado las personas acuden por sopa, guiso o plato fuerte y agua fresca al comedor de la Misericordia la cual es donada por la ciudadanía a través de un incansable patronato a cambio de tres envases de plástico que reciclan o bien tres pesos. Obviándose esto en los casos donde acude por primera ocasión una persona.
De cerrar dicho espacio surge la interrogante del destino de quienes dependen de él, pues ese espacio ha permitido la sobrevivencia de quienes llegan cubriendo una de las necesidades más apremiantes del ser humano, la alimentación.
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