Jacikeila Alves do Nascimento, brasileña de 36 años, sale a primera hora con un carrito hecho con el 'chasis' de una nevera vieja, al que bautizó como "Dios es fiel, nada me faltará", para trabajar en reciclaje, en Sao Paulo.
Al virus lo tientan cada vez que manosean la basura, pero su precaria situación le ha obligado a asumir el riesgo de tener que 'convivir' con el enemigo.
La pandemia ha transformado en un viacrucis la vida de los cientos de miles de recicladores que trabajan en las calles de Brasil.
Su labor medioambiental es esencial, aunque tengan que soportar a diario el estigma de una sociedad que los invisibiliza
Por su parte David Max, de 37 años y quien empezó a trabajar en el reciclaje desde que tenía diez, sale a laborar también en Sao Paulo.
Y luego de 27 años separando basura, esta consciente de los riesgos a la salud que corre dia a dia y mas ahora en medio de una crisis sanitaria mundial.
Con información de Efe noticias