Entre la fiesta y la carencia, así es la vida de los músicos norteños en Sinaloa


Después de tener cerradas las playas tres meses, Sinaloa las reabre al público y con ello el regreso de los "chirrines", una tradición que ha sobrevivido a lo largo de los años y acarrea una innumerable cantidad de historias.
Entre la fiesta y la carencia, así es la vida de los músicos norteños en Sinaloa

Por Redacción TVP

jueves, 2 de julio de 2020 15:56

Sin duda alguna, esta pandemia de Covid-19 ha puesto a prueba la voluntad, fuerza y creatividad de millones de personas a lo largo del mundo, incluyendo a los artistas, quienes viven de la gente que se encuentra presente y unida en sus espectáculos.

Durante abril, mayo y junio, los músicos se han enfrentado a una realidad hostigosa. El confinamiento los ha puesto como entre la espada y la pared y su manera de zafarse de la tragedia es a través de alternativas creativas como ir a tocar en los cruceros de semáforos, o hasta recorrer las colonias populares, situarse en una esquina y tocar sus canciones más pegajosas con tal que los vecinos les retribuyan con lo que gusten cooperar.

 

Pero, la dura realidad no se limita solamente a los meses de esta pandemia, sino a una historia de constancia, fiesta y hasta sufrimiento que se remonta a toda una vida dedicada al arte de poner a bailar a los sinaloenses.

La siguiente investigación en video de "La Urbe" retrata de manera interesante los altibajos en la vida de los chirrines.

La opinión sobre el concepto de "Chirrín" es variada. Hay músicos que la consideran insultante, porque lo relacionan con alguien que improvise un instrumento o incluso algo fácil... algo "chirris".  Otros aceptan que ha sido un concepto normalizado y lo consideran parte de su identidad.

“Para mí los chirrines, esa palabra la conocí últimamente, tiene rato pero para mí se me hace un poco como si fuera alguien improvisado que toca un instrumento, así informal pues, así como ‘un chirrín’, como pa que le haga ahí ruido nomás”, explica Gildardo, de 49 años, quien toca el acordeón.

Ser músico norteño a veces se compara con un volado: puede irte muy bieny otras ni siquiera repones lo de la gasolina. Eso sin contar que los malos ratos con borrachos pueden volverse el pan de cada día.

Muchas de las veces hasta no le quieren pagar a uno, ya después de que se hizo el trabajo, les dices ‘No de que tantas canciones’, porque a veces tocamos por tiempo, pero a veces piden por canción y cuando van unas 15 o 20 canciones y aquel borrachito dice: ‘Eso es mentiras me ha tocado tres o me ha tocado cuatro’, y ahí tienes que batallar explicándole”, cuenta Santos, de 53 años, entre resignación y risas.

Son detallitos de que tiene uno casi todo los días andando sobre este trabajo sobre la música, sale uno de su casa sabidito a que va a batallar con los borrachos”.


No solo eso, hay veces que se encuentran con gente de cuidado que luego les obligan a extenderse porque si no "luego le dan 'pa'bajo' y lo matan", explica entre risas Juan Fermín, de Los Jaguares de la Sierra.

Y así, de restaurante en restaurante, de playa en playa en búsqueda del afortunado que contrate sus servicios; siempre encomendándose a Dios de que los proteja, porque ellos van "limpios", pero la otra persona "quien sabe".

"Desde que empecé en la música hasta nos han correteado a balazos.  No nos han pegado, no nos han hecho nada porque gracias a Dios", agrega otro músico dela banda.

Por su parte, Martín recuerda una vez que: "Estábamos tocando y llegó un muchacho y dice: 'hey tócame el corrido de Los Dos Plebes', porque andaba muy de moda ese corrido... y empezamos a tocarlo, y empezamos a oir los balazos -¡pas!, ¡pas! para un lado volteamos y pos, ya estaba... ya cuando vimos llevaban a uno allá balaceado. 

En situaciones como esta, los músicos tienen que demostrar que aunque la fiesta corre por sus venas, también lo suyo es la mentalidad de acero, puesto que, en esa situación, siguieron tocando "hay que terminar la canción, son para allá los balazos que al cabo", menciona entre risas. 

"Nos ha dado de todo, tristezas, alegrías [...] De ahí puede salir vivo, o puede salir muerto. Ni modo, ni modo porque como dice el dicho 'sale uno de su casa y no sabe si va a volver".


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