Así hayan pasado días, semanas, meses o años, el recuerdo de nuestros seres queridos se vuelve inmortal en el alma y en la memoria, esa es la opinión de mazatlecos como Rigoberto Trujillo, uno de los visitantes de camposantos durante el Día de Los Angelitos.
Desde hace 27 años, cada 1 de noviembre acude al Panteón Municipal número 4, o Panteón Jardín a llevar flores y algún presente a su sobrina, la pequeña Paola que falleció a los 8 años cuando una reunión familiar en las márgenes del Río Presidio terminó en tragedia.
Colgados de los epitafios se observan rehiletes y globos con helio, tumbas recién pintadas de tonos pasteles, algunas de ellas con los que fueran sus juguetes favoritos.
Entre los pasillos destacan las últimas moradas de bebés, como la de Ashlie Nicole, que murió de tan sólo dos días de nacida y que es visitada con frecuencia por familiares, entre ellos sus tías, quienes califican como atinadas las medidas determinadas por la autoridad frente al Covid 19.
Aunque a las afueras de los cementerios lucen largas filas, permanecen tumbas en abandono.
Se trata de familiares que o bien estuvieron imposibilitados para acudir o decidieron acatar la recomendación de permanecer en casa este Día de Muertos, esperando tiempos mejores para frecuentar los camposantos, pero llevando consigo el recuerdo de los suyos.
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