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El trastorno depresivo es una de las enfermedades de salud mental más comunes en la actualidad. Se estima que más de 300 millones de personas en el mundo padecen depresión, una afección que se caracteriza por una profunda tristeza, baja autoestima y decaimiento anímico. Por tanto, afecta negativamente en las actividades cotidianas de una persona.
En México, 15 de cada diez habitantes sufre depresión, de acuerdo con un comunicado de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Esta enfermedad mental no distingue edades, ya que puede afectar tanto a niños como adultos.
De hecho, alrededor de seis millones de niños y adolescentes de entre 12 y 22 años la padecen y lo expresan mediante reacciones como irritabilidad. Los adultos mayores de 65 años también son una población vulnerable. Algunas personas que jamás han sido diagnosticadas con depresión viven hasta 15 años sin tener conocimiento de que experimentan esta afección.
Y, en cuestión de género, por cada dos mujeres con depresión, un hombre la padece. De acuerdo con información de la UNAM, las mujeres intentan suicidarse con mayor frecuencia cuando enfrentan cuadros depresivos, sin embargo, los hombres suelen lograrlo con mayor frecuencia.
“Se deben descartar los estigmas que señalan a
las personas con depresión como ‘locas’ o ‘débiles mentales’, y apoyarlas para
mejorar su calidad de vida”, destacó Alfonso Andrés Fernández Medina,
subdirector de Información de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia
de la UNAM.
Pero, ¿cuáles son las principales causas de la depresión? Existen varios factores que pueden incrementar la probabilidad de depresión. Algunas de las razones incluyen un historial familiar de depresión, falta de empleo, carencias económicas, abuso, enfermedades graves, conflictos familiares, muerte o pérdida y cambio de estilo de vida.
Además, una mala alimentación también podría estar relacionada con mayor riesgo de depresión. El excesivo consumo de alimentos procesados en la dieta trae como consecuencia un déficit de micronutrientes indispensables para nuestra salud mental. Entre ellas, la ingesta de vitamina B12, ácido fólico y magnesio.
Un estudio realizado en Oregon State University ha confirmado que existe una correlación entre la depresión y la deficiencia de vitamina B12. La vitamina B12 participa en el mantenimiento del sistema nervioso central, por tanto, su carencia se asocia con problemas como irritabilidad, desorientación, depresión, pérdida de memoria y hasta demencia.
Por otra parte, el ácido fólico influye sobre
nuestro estado de ánimo y puede elevar nuestra producción de serotonina, un
neurotransmisor relacionado con el control de las emociones. Mientras tanto, el
magnesio mejora nuestra salud mental debido a que reduce la producción de
cortisol, la principal hormona del estrés.
Por último, se ha confirmado que las personas con problemas de abuso de sustancias también padecen depresión. Casi el 30 % de personas con estos hábitos inadecuados sufren cuadros depresivos. El consumo de las drogas o el alcohol pueden hacer sentir mejor “temporalmente”, sin embargo, los especialistas confirman que agravarán esta enfermedad mental.
