Aunque desde hace 5 años vive en un puente colgante en el parque principal de Casa Blanca, sin ningún lujo o comodidad, el originario del Carrizo, Sinaloa, es feliz, viendo el cielo, las estrellas y las áreas verdes.
Por azares del destino, Ramón Gilberto Ávila Álvarez, nunca se casó ni tuvo hijos, y terminó sobre las calles, platicó, cuando llegó a Cajeme en busca de un empleo, y no lo consiguió.
Al llegar al área que hoy considera como su hogar, no fue mal visto por los vecinos, quienes hoy en día lo ayudan en ocasiones con la alimentación y en tiempo de frío con cobijas, ropa y calzado, mencionó, y además, se gana la vida juntando botes, que después comercializa.
Detalló que durante su estancia en esta ciudad, ha logrado hacer amigos y se mantiene activo en la Iglesia Adventista, y jamás ha sido parte de las adicciones que asegura tanto perjudican.