Hace 27 años, un 31 de mayo 1996 ocurrió uno de los eventos que más ha marcado al puerto de Mazatlán y a sus habitantes. Entre los cenotafios que irónicamente poco a poco son engullidos por las vías del tren y junto al sencillo obelisco con los nombres de las víctimas, familiares de las personas que fallecieron en el trenazo regresaron al lugar en donde revivieron aquel funesto día.
Amalia Parra era madre de Brenda Verónica. Había pasado un mes desde que cumplió los 18 años. Salió de la escuela como cualquier otro rutinario día, pero al llegar a las vías del tren en el tramo de la avenida Santa Rosa, el conductor del camión creyó que podría ganarle el paso al tren, pero no fue así.
Amalia dijo que lo que más le ha dolido es que el responsable pasó menos de un año en prisión, tiempo que no se compara con el sufrimiento de las familias debido al irreparable daño que dejó en sus corazones
Ese día María Guadalupe Núñez también quedó marcada de por vida al perder a su esposo Julián Dosal Osuna, quien además dejó a tres hijos pequeños.
María narró con mucha claridad que ese día, Julián salio de casa sin avisar y sin despedirse de su familia. Mientras las horas pasaban y la tarde avanzaba, María salió de su casa junto a sus hijos para esperar a Julián en la parada del camión y que éste pudiera ver a sus hijos al llegar a su destino. Pero como si fuese un sueño, un estruendo la regresó a la realidad y lo que sus ojos veían era un escenario de caos y humo.
Cada uno de los familiares de las víctimas reconocen que los años han pasado y nunca podrán recuperar a los que perdieron, pero sí pueden aconsejar a todos los conductores que tomen con seriedad su responsabilidad detrás de un volante, para evitar tragedias como aquella.
