Don Blas vivía bajo un puente. Su hogar improvisado se encontraba en el cruce de Jesús Kumate y Calzada Aeropuerto, donde compartía sus días con tres fieles compañeros: Paco, Peludo y Cristina, sus inseparables perritos. La vida en la calle había endurecido sus días, pero jamás su corazón. Por ellos, se resistía a dejar ese espacio que, aunque precario, representaba todo lo que tenía. Hasta que, este día, su historia dio un giro inesperado.
En una labor coordinada entre la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal (SSPyTM) y el Sistema DIF Municipal, Don Blas, de 60 años, pudo emprender el camino de regreso a su hogar en Villa Juárez, Navolato. Los agentes de la Célula de Reacción Inmediata para Atender y Prevenir la Violencia de Género (Cripavig) fueron quienes primero se acercaron a él, escucharon su historia y, sobre todo, respetaron su mayor deseo: no abandonar a sus compañeros de cuatro patas.
El operativo para devolverle la esperanza fue meticuloso. Mientras las trabajadoras sociales del DIF gestionaban la logística del traslado, Don Blas preparaba su improvisado hogar para despedirse. Paco, Peludo y Cristina fueron subidos cuidadosamente a la patrulla, y Don Blas decidió viajar con ellos, velando por su tranquilidad. Pero no fue necesario: los perros, especialmente Cristina, parecían comprender que ese viaje representaba un nuevo comienzo.
El trayecto hacia los límites de Navolato fue testigo de la emoción contenida de Don Blas, quien volvía a casa tras años de ausencia. Al llegar, una patrulla del municipio vecino lo esperaba junto al personal del DIF de Navolato. La reunión con su familia fue cálida, llena de abrazos y promesas de apoyo para mejorar su calidad de vida.
El trabajo conjunto entre dependencias marcó la diferencia. La SSPyTM, con su personal capacitado, y el DIF, con su enfoque en la atención a los más vulnerables, lograron no solo rescatar a Don Blas de la precariedad, sino devolverle algo más valioso: la esperanza. Ahora, bajo el techo de su hogar, Don Blas y sus inseparables Paco, Peludo y Cristina comienzan un nuevo capítulo.
Historias como la suya recuerdan que, incluso en los rincones más oscuros, siempre hay quienes están dispuestos a tender una mano para ayudar a otros a recuperar su camino.
