Durante 2024, México recibió un monto sin precedentes de 64 mil 747 millones de dólares en remesas, lo que representa un crecimiento sostenido por sexto año consecutivo en este rubro. Así lo dio a conocer el doctor Renato Pintor Sandoval, investigador de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), quien subrayó la importancia de este ingreso que ya supera al generado por exportaciones petroleras e incluso a la inversión extranjera directa.
El especialista explicó que las remesas no deben entenderse únicamente como un flujo económico, sino como un fenómeno social de amplio alcance. “Estos envíos tienden a incrementarse en fechas clave como el Día de las Madres, Navidad o cumpleaños, lo que muestra que su uso principal está orientado al consumo familiar”, señaló.
El doctor Pintor detalló que actualmente el 80 % de los migrantes mexicanos ya no son indocumentados, lo cual ha facilitado que incluso segundas y terceras generaciones mantengan vínculos económicos con sus familias en México mediante el envío de dinero.
En su análisis, también abordó el impacto de las políticas antimigratorias impulsadas durante el gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump. Afirmó que “la sensación de vulnerabilidad entre los migrantes motivó muchos de estos envíos, ya que temían ser deportados repentinamente sin poder despedirse de sus seres queridos”.
Esta situación, dijo, podría explicar por qué, a pesar de la disminución de cruces ilegales, el flujo de remesas ha mantenido una tendencia al alza.
Respecto al debate sobre si las remesas fomentan el desarrollo regional, el académico fue claro al precisar que, más allá de impulsar el desarrollo territorial, las remesas cumplen un rol fundamental en el desarrollo humano, al destinarse principalmente a educación, salud, alimentación y celebraciones familiares, mejorando la calidad de vida de millones de personas.
Finalmente, el doctor Renato Pintor destacó la diversificación geográfica en la recepción de estos recursos, señalando que ciudades como Culiacán y Tijuana se han convertido en nuevos focos importantes de captación de remesas, lo que refleja un cambio en los patrones migratorios y en la distribución del impacto económico a nivel nacional.